viernes. 19.04.2024

La bailarina Aída Gómez estuvo en Lanzarote hace dos semanas. Lo hizo acompañada por una pequeña parte de su compañía de danza, para interpretar durante algo más de veinte minutos un fragmento del espectáculo que actualmente está presentando por todo el mundo. La actuación se produjo en la Cueva de los Verdes durante dos días consecutivos (24 y 25 de marzo), y fue inédita en España, ya que en nuestro país se estrenó el pasado jueves en el Festival de Jerez. Se trata de una versión de “Carmen”, la obra de Bizet, basada en la novela de Proper Mérimée. No se extrañen si no se habían enterado de tal evento. No fue un espectáculo abierto al público en general, sino una actuación “por encargo” para amenizar la estancia en la Isla de 1.032 comerciales de seguros Mapfre.

Una vez concluida la segunda y última de sus actuaciones en el interior del jameo, la artista y su séquito de bailarines se marcharon precipitadamente al aeropuerto de Guacimeta porque al día siguiente tenían que estar en Japón, para el estreno mundial del espectáculo completo, del que acababan de representar un pequeño “aperitivo”, en “petit comité”.

En realidad la ópera dura una hora y media, pero veinte minutos es lo ideal para un alto en el camino en la ruta del millar de comerciales por la Isla. Menos tiempo no “sabe” a nada, y más, deja de ser una sorpresa agradable para convertirse en una cita obligada. Algunos lo llamarán prostitución del arte, otros dirán que es una forma más de difundir la música y la danza. En cualquier caso, no deja de ser extraño que un artista de las dimensiones de Aída Gómez (directora artística del Ballet nacional de España entre 1998 y 2001 y Premio Nacional de Danza 2004) venga a Lanzarote a ofrecer un espectáculo y nadie se entere. Por otro lado, el hecho de que se realice por encargo privado lleva implícita una cierta distorsión de la aspiración trascendente, abierta y pública del arte.

Otro debate sería el de las infraestructuras escénicas de la Isla, ya que, hoy por hoy, Aída Gómez no hubiese podido realizar su espectáculo completo en Lanzarote. De hecho, en la Cueva de los Verdes pudieron actuar porque era poco tiempo, pero les faltaba espacio y aire para bailar en las mejores condiciones.

Sin embargo, esta experiencia tiene una parte positiva para los lanzaroteños que no pudieron ver “Carmen”. La organización del viaje de los comerciales de Mapfre no habría sido posible sin el trabajo de los guías de Lanzarote, unos profesionales que suelen pasar inadvertidos entre la población residente, pero que desempeñan un trabajo imprescindible para la supervivencia de esta tierra. De alguna forma, ellos y ellas son la imagen humana de Lanzarote para los recién llegados turistas. Y eventos tan complicados como éste, en los que hay que mover a mil personas por la Isla durante doce horas al día, son un buen ejemplo de su trabajo, que realizan a diario, de forma anónima, con gran profesionalidad. Esa suerte tenemos.

Arte por encargo
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