jueves. 18.04.2024

En algún momento de nuestras vidas todos hemos dado una patada a un balón. Los que han sentido un “algo” al tocar el esférico han seguido practicando y jugando, porque esto del fútbol vicia bastante, la verdad. A su vez, algunos de estos la tocaban bastante bien y se han dedicado profesionalmente a ello, mientras que el resto de los mortales los vemos cada fin de semana a través de la pequeña pantalla.

Nos agolpamos en televisores a veces de dimensiones diminutas, en bares a reventar de gente, hacemos colas interminables para conseguir una entrada que nos permita acceder a un campo de fútbol, e incluso a veces hemos tenido más de una discusión por culpa de esto del balompié.

¿Qué es lo que despierta este deporte en todos nosotros? ¿Qué es lo que nos lleva a seguir un partido como si nuestra vida estuviera en juego? En definitiva se trata de encontrar eso que llaman la esencia del fútbol. Y en cualquier lugar del mundo la esencia se palpa en el momento álgido en que se marca un gol y se celebra, porque ante todo el fútbol es una celebración, es alegría.

La esencia del fútbol es la alegría que nos aporta el espectáculo, una alegría que en Barcelona se había olvidado y que gracias a Ronaldinho ha vuelto a un club que estaba sumido en un tono gris durante demasiado tiempo.

La eterna sonrisa del brasileño ha contagiado al resto de sus compañeros y al entorno, inundando de optimismo a una afición que llevaba demasiado tiempo sumida en una profunda depresión. Más allá de los títulos que el equipo vaya consiguiendo o de los partidos que gane, la sensación de alegría inunda el campo cuando el Barça juega. De esto tiene gran parte de culpa Ronaldinho, ya que él refleja esa alegría que todos sentimos o hemos sentido alguna vez que hemos jugado a fútbol.

La existencia de esta esencia hoy en día nos tranquiliza a todos los aficionados y que el mejor jugador del mundo sea su abanderado es la mejor noticia para el fútbol.

El Balón de Oro a Ronaldinho es el premio a la alegría y al fútbol. Que siga la fiesta.

El más grande...también en simpatía
Comentarios