jueves. 25.04.2024

Era la crónica de una muerte anunciada. Muchos no soportaban que un entrenador joven, nacido en la Isla, sobradamente preparado y con unas ganas tremendas de comerse el mundo, pudiese estar triunfando en la UD. Lanzarote.

Adolfo Pérez, que actuó de apagafuegos la temporada pasada cuando el equipo rojillo veía más de cerca el descenso de categoría que la permanencia en la 2ºB, ahora, un año después, sale del club por la puerta trasera, por una puerta falsa y que no hace justicia con un hombre que en el último año lo ha dado todo por el club de sus amores.

El pasado martes la Junta Directiva del Club decidió cesar a Adolfo Pérez después de que el equipo encadenase cuatro derrotas consecutivas y de que los rojillos se situasen a cuatro puntos del descenso. La decisión sólo cogió por sorpresa al propio Adolfo Pérez, porque alguien de la cúpula directiva ya se había encargado de dar la feliz noticia a un amigo suyo de los medios de comunicación.

Desde que comenzó la temporada el arriba firmante observaba por parte de algunos compañeros de profesión (que no colegas, porque para eso hay que haberse tirado cuatro o cinco años en una facultad aprendiendo el oficio) una desconfianza y un mirar con lupa todo lo que hacía el mister conejero. Cualquier mal gesto, cualquier palabra fuera de tono de Adolfo Pérez, era utilizada por estos “informantes” para alimentar su afán de revancha y prolongar su pataleo porque, bueno, no sé muy bien cuál es la causa.

Serenidad y calma para trabajar es lo que le ha faltado en todo momento al ex mister rojillo, al que desde estas líneas deseamos la mayor suerte del mundo a partir de ahora porque le sobra juventud y formación como para labrarse un brillante porvenir como técnico.

Adiós, Adolfo
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