Cuando comience a rodar el balón en la Ciudad Deportiva de Lanzarote el arriba firmante tendrá el corazón dividido.
Tendré la misma sensación que tiene un padre cuando no puede elegir a un hijo preferido, o de un niño ante un escaparate de juguetes. Me es imposible decantarme por ninguno de los dos equipos porque en el poco tiempo que llevo en la Isla le he agarrado bastante aprecio y cariño a ambos clubes.
Sé que mi postura es la más fácil y cómoda y muchos me achacarán que no me moje y no diga mis preferencias para el derbi de este domingo, pero me resultaría imposible y no tiene nada que ver con el tema de la ética profesional.
Ambos equipos por igual tienen el mayor de mis respetos y mi admiración por el trabajo que están realizando, y creo que es justo reconocérselo.
Es cierto que el Orientación Marítima me hizo perder la voz de emoción cantando el gol de Rosmen que le dio el ascenso a 2ºB, o que me provocó el llanto cuando cayó injustamente frente al Tenisca en la promoción de ascenso de hace dos años, pero no lo es menos que la UD. Lanzarote me provocó sentimientos indescriptibles el día que eliminó al Real Mallorca de la Copa del Rey.
Por todo ello he llegado a la conclusión de que ambos conjuntos me importan por igual, y me gustaría que el domingo ganesen los dos, pero como creo que todavía no se ha dado el caso de que en un partido se repartan tres puntos a cada equipo, mi gozo gozo en un pozo, máxime cuando los dos conjuntos de la Isla llegan en una situación tan delicada, mirando tan de cerca al descenso y con tanta necesidad de sumar.
En cualquier caso, independientemente de quien gane este domingo, mi deseo es que al final de temporada se salven los dos.