martes. 06.05.2025

El espinismo tiene los días contados. Y no es una consecuencia directa de los nefastos resultados cosechados por los socialistas en las generales. El asunto viene de lejos. El camino que se inició cuando Jerónimo Saavedra asumió nuevamente el poder en Canarias llega a su fin.

Estamos en condiciones de afirmar que el hartazgo de la clase sensata del Partido Socialista de Lanzarote roza niveles imposibles de asumir dentro de la formación política con más solera y más paciencia de esta islita. Porque solera y paciencia es lo que han tenido para aguantar el control que han ejercido sobre sus siglas un grupo de personas que ni saben lo que es ser socialista ni tienen intención de aprenderlo.

No vamos ahora a enumerar las innumerables virtudes que tiene el espinismo, ni vamos a definirlo, puesto que los que siguen este medio de comunicación saben perfectamente de qué estamos hablando. Saben qué es y quiénes lo representan. Lo que sí que tenemos que dejar claro una vez más es que el espinismo no está integrado exclusivamente por Carlos Espino. Él es el máximo representante de su puesta en escena, pero delante y detrás hay otros que son tan o más responsables que el sujeto en cuestión de los múltiples desaguisados y tropelías que han cometido mancillando la memoria de Pablo Iglesias.

Por si no había suficiente con su alocada política de comunicación, la sospecha que existe de que además de ser un mal gestor puede ser un malversador de caudales públicos (amén de otros delitos que se están investigando en estos momentos), por si no hubiera habido bastante con su enfrentamiento con los medios de comunicación que no le quisieron reír las gracias, con sus continuas provocaciones en un ambiente político crispado en el que se movía como pez en el agua, el secretario general de los socialistas lanzaroteños ha puesto en escena una última oleada de acciones sin sentido que le han llevado a posar como Dios le trajo al mundo en el Charco del Palo o a publicar el día de las elecciones un artículo en el que habla de forma mal novelada de su creencia en la existencia de un espía dentro de la Oficina del Plan Insular del Cabildo… Ni una sola mención en un artículo enviado a los medios el domingo de lo que realmente interesa a los ciudadanos, ni una sola cita del tema de las elecciones generales, ni una palabra sobre la posibilidad de asumir de una vez por todas alguno de los múltiples fracasos que este señor y todo lo que representa han ido cosechando. El tema estrella: el territorio. Un tema que tanto él como otros han exprimido como un limón, y del que seguramente más de uno y de dos, ya se verá con el tiempo, han obtenido importantes beneficios.

Nos cuentan desde el ala sensata del PSOE que estamos asistiendo al ocaso del espinismo. Nos dicen que es el final, que el secretario general y su séquito tienen los días contados. Que incluso se plantea la posibilidad de acelerar los plazos, de no esperar a los distintos congresos que se tienen que suceder hasta llegar al insular. Más le vale al PSOE y a su buena gente, si realmente quieren empezar a remontar el vuelo y a recuperar el sitio que jamás debieron perder, el sitio que les corresponde en Lanzarote.

¿Cree alguien que fue casualidad que una persona de la vieja guardia y de educación y creencia puramente socialista como Orlando Suárez sacara el digno resultado que sacó al Senado? No, en esta parte del país hay mucha gente de izquierdas, muchos socialistas, que volverán a confiar en el partido en el momento en el que alguien lo saque del tenebroso lado oscuro en el que se metió por culpa de aquellos que un buen día tomaron el poder y no quisieron soltarlo.

EL OCASO DEL ESPINISMO
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