La Asociación de Camelleros de la Isla de Lanzarote ha recibido con agrado la noticia de que el Ayuntamiento de Yaiza haya decidido proponer a este colectivo, que desde 1950 llueva o haga sol trabaja incansablemente en las Montañas de Fuego, como candidato a obtener el galardón de Distinguidos del Turismo. Uno de los premios que cada año concede el Patronato de Turismo del Cabildo de Lanzarote con motivo del Día Mundial del Turismo que tendrá lugar, como es habitual, el 27 de septiembre.
El Consistorio que preside José Francisco Reyes, así lo aprobó en el pleno celebrado la pasada semana y los motivos son muy claros: los camelleros se merecen el premio por su aportación al turismo en la Isla y su singular imagen y servicio que diariamente prestan a millares de turistas en el Parque Nacional de Timanfaya. Los premios están bien, sin duda, pero los camelleros lo que desean es que, de una vez por todas, se legalice el suelo para la ubicación de las cuadras.
El despertador suena a las 05:00 horas y empieza un nuevo día para Miguel Ángel Tavío, secretario de la Asociación de camelleros de Lanzarote. Estamos en pleno agosto y le espera un duro día de trabajo en el Parque Nacional de Timanfaya. Sale de su casa y se dirige hasta la cuadra donde prepara a los camellos. A las 06:00 todo está listo e inicia el camino hasta el Parque donde llega sobre las 08:00. Una vez en el echadero de camellos, limpia las sillas y ya está todo listo para las 09:00 cuando empiezan a llegar los primeros turistas e inicia los primeros paseos. Así, paseo va, paseo viene hasta las 15:00 horas. A las 17:00 de nuevo en las cuadras y tras una dura jornada de trabajo, quita las sillas a los camellos, limpia a los animales y les echa de comer, terminando sobre las 18:00 horas. Es decir, entre doce y trece horas de trabajo sin haber tenido tiempo ni de almorzar. “Nosotros comemos cuando podemos, si podemos comer un bocadillo a media mañana lo comemos y sino, esperamos a terminar el trabajo, porque lo que está claro es que no podemos tener a la gente esperando mientras nosotros comemos”.
El negocio es rentable, al menos es lo que dice Tavío. Eso sí, con un diferencia “el que tiene un taxi y lo paras porque no quieres trabajar una semana, lo dejas y ya está. El camello no, evidentemente, todos los días come y hay que cuidarlos”.
Distinguidos
Ahora, el Ayuntamiento de Yaiza ha decidido que ya va siendo hora de que esta labor sea reconocida ya ha propuesto al colectivo de camelleros como candidato a la obtención del galardón “Distinguido del Turismo”. Miguel Ángel Tavío considera que los que trabajan actualmente con los camellos no merecen ningún galardón, pero que sin duda alguna es un reconocimiento a sus antepasados: “Creo que ya iba siendo hora de que de alguna forma se hiciera un reconocimiento a nuestros antepasados que, al fin y al cabo fueron los que comenzaron con este tema de los paseos a camello que compaginaban con las labores del campo. Ellos sí que se merecen una distinción, nosotros nos encontramos el camino hecho, pero ellos fueron los que levantaron el negocio con su esfuerzo y con su visión de futuro”.
¡Y menudo futuro!, en la actualidad trabajan en las Montañas de Fuego un total de 288 camellos perteneciente a 42 propietarios, además de los asalariados, que se reparten equitativamente los derechos de mostrar a turistas que llegan de todas partes del mundo, un paisaje único, el paisaje lunar de Timanfaya.
Esto ocurre, según Miguel Ángel Tavío, desde que el Ayuntamiento de Yaiza se hizo cargo de la organización de los paseos y establece los turnos para que a final de mes todos hayan trabajado lo mismo y nadie gane más dinero que el resto. Ahora cada uno trabaja el día que le toca y hace los viajes que tiene que hacer. “Ocurría que un propietario tenía tres camellos, otro cinco y otro, a lo mejor, veinte, pero estaba claro que este último no podía trabajar con todos ya que lo máximo establecido por camellero es de siete camellos, por lo que ha habido que contratar a otras personas para poder realizar el trabajo”.
El mes de agosto es un mes turístico por excelencia y eso se nota hasta en los viajes que los camelleros ofrecen a los turistas. Hay mucho trabajo, de hecho cada camellero, y su correspondiente fila de camellos, llegan a realizar hasta siete viajes en un solo día, aunque en invierno baja mucho el número de viajes (dos al día y a veces se trabaja sólo tres días a la semana). Todo depende, evidentemente, del número de personas que se acerquen a Timanfaya.
Un trabajo como otro cualquiera
Montar en camello se ha convertido ya en una cita obligada para aquellos que visitan la isla de Lanzarote por primera vez, aunque también es cierto que hay también a quien le gusta repetir mientras otros simplemente prefieren ver los camellos de lejos. “Montar en camello es una novedad - apunta Tavío - podemos decir que venir a Lanzarote y dar un paseo en camello es lo mismo que ir a Tenerife y subir a ver el Teide. Cada sitio tiene su símbolo y el nuestro es el camello”.
Dedicarse al cuidado del camello y sacar rendimiento del trabajo que realiza el animal es, al menos para Tavío, un trabajo como otro cualquiera aunque con alguna que otra diferencia a tener en cuenta. “El que tiene un taxi tiene que cuidarlo, pues nosotros igual.
Pero claro si lo llevas todo a rajatabla, es decir, cuidar bien al animal, tenerlo bien atendido, los aperos, la comida..., está claro que hace falta un dineral, como le hace falta a cualquier autónomo que tenga un negocio”. Sin embargo, a pesar de los reconocimientos, los galardones y el esfuerzo que estos trabajadores realizan cada día por mantener el símbolo de Lanzarote, las instituciones insulares no colaboran como a ellos les gustaría y no se refieren precisamente a cuestiones económicas.
Para Tavío uno de los principales problemas a los que han de hacer frente en pleno siglo XXI es que mientras ayuntamientos y cabildo se dedican a pelearse entre sí, ellos todavía están sin un suelo alejado de los núcleos poblacionales donde poder ubicar las cuadras y evitar así muchos de los problemas a los que tienen que enfrentarse cada día. “Hay un problema y no se soluciona porque no ponen interés por sacarlo adelante. Hace por lo menos diez o quince años que venimos batallando para ver si de una vez por todas conseguimos la legalización del suelo para las cuadras en el vallito de Uga. Cada vez que se aproximan las elecciones llegan las promesas pero luego todo se olvida”.
Los camelleros, apunta Miguel Ángel Tavío, han hecho un esfuerzo enorme por sacar a los camellos del pueblo porque “Uga ya no es lo que era antes y nadie tiene por qué estar aguantando suciedad ni moscas ni malos olores porque, por mucho que los limpies, donde hay animales hay suciedad. Sólo queremos una zona donde no molestemos a nadie y donde nadie nos moleste a nosotros. Los vecinos no tienen la culpa de que nosotros tengamos camellos”.