Los hermanos Muñoz, que es como normalmente se les suele llamar en cualquier crónica apresurada o concienzuda de dos que ya no chavales únicos sino maduros inigualables, cerraron su exitosa gira de conciertos en un lugar que seguramente les habrá parecido el adecuado, Lanzarote. Lo hicieron este sábado por la noche en un apoteósico concierto que congregó a miles de personas en el improvisado recinto ferial en el que el Ayuntamiento de Arrecife ha convertido la antigua conservera de pescado Agramar. El tiempo les ha dado la razón a los actuales políticos que dirigen la institución capitalina y se ha demostrado que es un acierto utilizar esa zona del antiguo Puerto Naos para celebrar eventos, como ha sido el Lava Live, que en su segunda edición también ha demostrado que ha venido para quedarse, ha mostrado lo que era un secreto a voces, que los habitantes de las islas de Lanzarote y La Graciosa también se merecen tener artistas o grupos de la talla de Estopa o Maná, por citar a algunos de los que han engrandecido el cartel de este año.
Estopa volvió a demostrar por qué para muchos, y sabemos que son palabras mayores, son el mejor grupo de música popular en un país tan exigente como España, donde ha habido tanto y tan bueno. "Como Camarón", "El de enmedio de los Chichos", "La raja de tu falda", "Cacho a cacho"... Como pasa sólo en Crónicas Music, los dos componentes del grupo, David haciendo las letras y Jose sirviendo de musa y de mucho más, sólo saben hacer y ofrecer al público temazos. Su directo este sábado fue brutal, a la altura de la fama que tienen. El precio de la entrada estuvo más que justificado para mucho más de una hora de puro talento, el de ellos y el de los músicos y la cantante gitana que llevan a todas partes, Chonchi Heredia. Un despliegue de sonidos de calidad, de buenas letras y de una puesta en escena a la altura de los más grandes.
Y es que Estopa está en ese lugar, en el de los más grandes. Lo demostraron ante un público entregado, que se lo pasó en grande cantando cada una de las canciones que se sabe todo el mundo, composiciones que han pasado de generación en generación y que vinieron hace ya un par de décadas para quedarse.
David, un vocalista como hay pocos, capaz de sostener el directo más exigente y de levantar al público más acostumbrado al gandulismo, anunció en el escenario, donde parecía que se sentía como en su casa (seguramente le pasa o lo hace en todos los lugares en los que actúa, pero eso no es fácil de comprobar), anunció que el de Lanzarote era el último concierto de su gira, que terminaban en Arrecife y que a partir de esa fecha ya se verá que pasa. Lo que pasará, no hace falta ser adivino, es que les volverán a pedir que actúen, les volverán a pedir que llenen pabellones en invierno y recintos como el de Agramar en verano.
La gente salió más que contenta. Es raro ver en Lanzarote a tantas personas gritando el famoso "otra y otra" incluso cuando sabían que no iban a salir más. Todo el mundo se fue en silencio, con una sonrisa de oreja a oreja, conscientes de que habían asistido a un espectáculo maravilloso e irrepetible. Muchos tendrán no un domingo cualquiera, un domingo mucho mejor. Valió la pena.
