viernes. 19.04.2024

Hablar de Benetton ya no es sólo hablar de moda. Su fotógrafo habitual se encargó de asociar esta firma a campañas publicitarias tan polémicas, que en ocasiones han destacado muy por encima de sus camisetas. Oliviero Toscani la ha vuelto a armar, esta vez para la firma Nolita, al mostrar la desnudez de una modelo anoréxica que ha provoca mucho más rechazo en la población que ganas de ir de “shopping”.

En Italia acaban de prohibir estas imágenes ya que consideran que no respeta la dignidad del ser humano en todas sus formas. Mientras tanto, su protagonista, Isabelle Caro, acude de plató en plató adquiriendo una popularidad que de ninguna manera habría logrado con un peso normal.

Al final, ¿esto es puro negocio o concienciación social, que es lo que dicen que pretenden tanto fotógrafo como modelo?

Gull-Lasegue es una asociación que trata de conseguir que la Sanidad Pública ofrezca una atención adecuada y efectiva para las enfermedades provocadas por los trastornos alimentarios y que concentra su esfuerzo en ayudar mediante información y atención a familiares, así como con tratamiento ambulatorio a las personas afectadas que lo soliciten.

A día de hoy hay aproximadamente unas 85 personas recibiendo atención periódica. Hay que tener en cuenta que la asociación ofrece una hora semanal de tratamiento a todos sus pacientes, aunque si el enfermo se encuentra en fase de recuperación, las visitas son de control y refuerzo, lo que implica tratamientos quincenales o mensuales. En los casos más severos las consultas pueden ser diarias o en días alternos o semanales, a criterio del terapeuta.

Marta Sangil es la nutricionista de esta asociación y cree que campañas como la llevada a cabo para Nolita son altamente perjudiciales. Dice que “cuando oyes a las pacientes hablando te das cuenta de que no aportan nada bueno porque da una imagen distorsionada de la enfermedad ya que eso sólo es el extremo de la anorexia y hacen falta muchos años para llegar a ello”. Comenta que “no es necesario estar en ese punto para ser anoréxica”. Esta publicidad no refleja la complejidad del problema.

Opiniones de las pacientes

Las chicas que acuden a Gull-Lasegue, sobre todo las que acaban de entrar, están en proceso de recuperación o no se reconocen como enfermas pueden utilizar esta imagen para restar importancia a su caso. Sangil explica que le han dicho que “como yo no estoy así, no soy anoréxica”. No son conscientes de que aunque no han llegado a ese extremo, sí tienen la enfermedad. Lo utilizan como excusa para no darse cuenta de lo serio que es lo suyo.

Rentabilidad a la anorexia

Otro aspecto negativo que puede acarrear esta campaña es la sensación de que gracias a la anorexia se pueden hacer modelos famosas. Hay que reconocer que Isabelle Caro jamás habría logrado una popularidad igual sin esta polémica. “Yo no sé las intenciones de esta chica pero tal y como está, con el nivel de desnutrición que tiene, no puede regir bien y aunque pueda dar la sensación de hablar cosas sensatas, las anoréxicas disimulan muy bien”. Lo que sería terrible es que haya niñas que piensen que pueden sacarle partido a una extrema delgadez y quieran peder más kilos todavía para ser como Isabelle.

Está así porque quiere

En cuanto a la moraleja que pueda sacar la población en general sobre la anorexia gracias a las fotografías de Toscani, la nutricionista piensa que “la gente no puede llegar a entenderlo porque la información que nos llega es que esa chica está así porque quiere y no nos damos cuenta de los factores biológicos, psicológicos y sociales de la enfermedad”. Las personas no entienden cómo se puede llegar hasta ese extremo porque sólo se quedan con el aspecto físico.

Marta entiende que todavía exista tanto desconocimiento por parte de la población sobre los desórdenes alimentarios ya que “sigue habiendo muy poca compresión social de las enfermedades mentales y hay quien piensa que la solución es tan sencilla como que las chicas coman y punto”.

Recuerda que la anorexia tiene unos factores precipitantes como el ambiente en el que crecemos, la educación familiar o la forma de ser de cada persona. Hay otros factores desencadenantes, que pueden ir desde una separación a la muerte de un familiar y por último, los mantenedores, en los que entrarían las exigencias de la sociedad.

Hay otra campaña televisiva, esta vez beneficiosa, que insta a los padres a que lean porque sus hijos van a seguir su ejemplo. Trasladado el caso a la anorexia, puede darse el caso de niñas que quieren mantenerse delgadas a toda costa porque sus madres también lo hacen.

Si la paciente no es consciente de su enfermedad, son los padres los primeros que suelen acudir a la asociación para asesorarse. Allí se les ofrecen unas claves para que se produzca un cambio de comportamiento en el hogar y puedan ir convenciendo a sus hijas para que acudan, aunque lo hagan sin intención de iniciar un tratamiento y sólo busquen evitar la charla paterna.

En este momento hay 70 chicas en lista de espera para ser tratadas en la asociación y han llegado a tener 100. Es importante que las pacientes acudan a la asociación aunque Marta reconoce que sólo muy de vez en cuando se juntan ya que las consecuencias pueden ser más perjudiciales que beneficiosas porque “es posible que lleguen a creerse fuertes y perder todo lo que ya se había logrado con el tratamiento”.

“Yo no estoy así, no soy anoréxica”
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