viernes. 29.03.2024

Podría decirse que es una cita a ciegas con la comida. Los comensales que este jueves por la noche acudan al restaurante Lilium de Tías tendrán que ponerse una venda en los ojos para participar en esta original forma de degustar un menú elaborado por algunos de los más prestigiosos chefs de la Isla.

El ritual es sencillo. A las ocho de la tarde, con puntualidad británica, las 34 personas que ya han confirmado su asistencia tendrán que dejar de ver y a partir de ese momento se sucederá un ir y venir de platos dignos de los mejores paladares. Eso sí, entre vianda y vianda habrá tiempo para que se haga la luz y los catadores hagan sus apuestas sobre lo que han degustado. En total, un pequeño snack, dos entrantes diferentes, plato de pescado, plato de carne y dos postres, marinados con los caldos que mejor se adaptan a cada propuesta, desde los vinos de la tierra hasta ron, cerveza negra o vodka.

Es la cuarta vez que el propietario de este restaurante, Orlando Ortega de León, fajado en mecas de la alta gastronomía como El Bulli, se mete en harina para volver a sorprender a un grupo heterogéneo de gente que llega desde Madrid expresamente para el evento y por supuesto para los isleños que quieren arriesgarse a una propuesta diferente de cena.

Explica que es una idea que han tomado de otros países como Alemania o Francia, que fueron los lugares pioneros en esta idea y que ya se lleva a cabo en algunos puntos de la península como Barcelona o el Palace de Madrid. Se pretende “despertar los sentidos ya que cualquiera puede probar a vendarse los ojos con un antifaz y que otra persona le vaya dando comida para que se dé cuenta de que tendrá que forzar los otros sentidos para averiguar lo que tiene delante”. Comenta que “además de divertido es muy interesante porque se va viendo la evolución del cliente desde la torpeza inicial hasta cómo acaban rebañando el plato con el pan”.

Ortega lleva un año y medio organizando estas cenas en Tías y es la cuarta ocasión en la que esperan volver a sorprender a sus comensales. “Es algo que requiere mucha preparación y por eso intentamos hacerlo con un mes de antelación aunque también tenemos que esperar a última hora para conseguir los productos más frescos”, explica.

Si en la primera ocasión, comenzaron con un grupo de 12 personas, el jueves serán 34 los clientes que puedan acceder a una cena que presenta una lista de espera para otros 16 que tendrán que conformarse con la nueva cita de finales de mes.

Sorpresas y equivocaciones

Según Orlando, los comensales suelen sorprenderse mucho cuando descubren lo que tienen en el plato. Hay que tener en cuenta que es un menú degustación y que “en cada ocasión nos rompemos la cabeza para conseguir lo último y más novedoso, sobre todo las curiosidades de Lanzarote para que el cliente se vaya contento”, asevera.

Con este esfuerzo han conseguido incluso despistar a algunos gourmets que han llegado a confundir la carne de novillo con la de cordero o el cherne con el bacalao.

En todo caso, reconoce que “hay que ir con hambre porque aunque digan que con la cocina moderna o los menús degustación la gente no se queda satisfecha, aquí los clientes se pasan dos horas comiendo así que se van contentos”. Para los buenos comedores, dice Orlando Ortega que “nosotros, por nuestras instalaciones, no hacemos cocina moderna y nos basamos más en los platos tradicionales con notas elegantes y actuales pero muy puntuales”.

Paladar acostumbrado

“Hay personas que están más acostumbradas a probar cosas como el foie y otros que no se han arriesgado a degustar cosas nuevas”, asegura el propietario de Lilium que asevera que “todo viene de la infancia, de cómo se nos ha educado en materia culinaria y de si recuerdas los aromas de los huevos que te freía tu abuela o el potaje de tu casa”. Dice que estas personas son las que destacan en la cena sobre los otros porque adivinan antes que nadie qué tienen en el plato. “En cualquier caso, no es un examen en el que la gente debe demostrar sus conocimientos”, comenta.

Ortega aconseja a cualquiera que pruebe esta forma de saborear los alimentos y que no sean vergonzosos a la hora de experimentar porque en su caso van a contar con el personal de sala que va a ir dirigiendo a las personas para que puedan saborear el plato de la mejor forma y no hace falta ser un experto en protocolo para sentarse a la mesa. “Además, los platos están pensados para que se puedan comer de esa manera”, argumenta y “que la gente no se preocupe porque se puede y se debe comer con los dedos”. Dice que la clave está en ser natural en la mesa y estar acorde al lugar en el que se cena y “lo que no se sabe, preguntarlo porque si no, nunca vamos a aprender ni salir del bar de siempre de la esquina, que puede estar muy bien, pero hay otras cosas”. Pone un ejemplo caro y comenta que “yo soy de aquí y me encanta el chorizo de Chacón pero también me gusta el foie y en nuestra carta van a poder encontrar de todo para ampliar el abanico de posibilidades a la hora de comer”. Comenta que “aunque se pueda ver de vez en cuando una carta rimbombante, tenemos que probarlo y es el personal de la sala el que tiene que llevarnos de la mano para que nos sintamos bien”.

Pero no sólo los clientes disfrutan de este tipo de aventura culinaria. Los cocineros y responsables del local “se lo pasan pipa” viendo las reacciones de la gente, con la ventaja de saber lo que hay en el plato.

El precio de la cena es de 60 euros con la garantía de contar con el trabajo de algunos de los mejores restauradores de la Isla. Aparte del propio personal de Lilium, también Germán Blanco, jefe de cocina de Amura de Puerto Calero, Luís Pachón, jefe de cocina del Lagomar y Alexis Armas, el jefe de cocina de Porto Bahía en Puerto del Carmen tendrán que coparticipar en esta particular cita con los sentidos.

Cita a ciegas con los sentidos
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