jueves. 01.05.2025

El relato de la vendimia de este año deja el mismo sabor agridulce que el pasado año a pesar de estar en una situación opuesta. En 2007 hubo que enfrentar los problemas del excedente que dejó una cosecha de unos cinco millones de kilos, pero es que con el escaso millón contabilizado este año no han cambiado mucho las dificultades de venta para el viticultor. Este jueves se reúnen los representantes del Consejo Regulador de la Denominación de Origen del Vino de Lanzarote, con la presencia de la consejera de Agricultura del Cabildo, Nereida Pérez, para determinar el rumbo a seguir a partir de ahora para intentar paliar en parte o en todo el desastre.

Y es que parece que queda demostrado que el agricultor es el único afectado por el mal tiempo o la bonanza que acuse Lanzarote cada año.

El excedente baja el precio de la uva hasta el punto de que es más rentable tirarla que venderla. ¿Qué ocurre entonces cuando se recoge poca uva? Que el precio es el mismo.

Este extraño comportamiento del mercado tiene su explicación en muchos factores, que este mes de agosto se pueden visualizar claramente después de que las previsiones de la cosecha quedasen en una tercera parte, pasando de tres millones de kilos a un escaso millón, y aún así los agricultores se vieran con dificultades para vender la uva a buen precio.

La dictadura de los pagos marcada por las bodegas, la falta de infraestructuras, la desatención del sector primario, la carestía del cultivo artesanal de uva lanzaroteño o la escasa regularización y promoción del sector vitivinícola son algunos de los argumentos que se esgrimen desde todos los colectivos e instituciones para explicar la crisis del sector. Al final del debate dos grandes afectados: el viticultor y Lanzarote.

La historia escrita en 2006

“Las previsiones apuntan a que se recogerán aproximadamente tres millones de kilogramos de uva en la vendimia de este año, cantidad inferior a la de 2006 y que se supone que está en torno al 40 por ciento menos”. Así iniciaba Crónicas la historia de la vendimia 2007, que parecía que a pesar de la rebaja en la cosecha seguiría el trazado marcado por las reivindicaciones del sector en 2006.

El excedente abriría de nuevo el debate sobre la falta de regularización de los precios y de espacio para almacenar el vino resultante de tanta uva.

Pero la climatología dio un giro inesperado a la vendimia y aunque se había retrasado la recogida hasta agosto “por cuestiones climatológicas y debido a la falta de maduración de la uva”, se terminó poniendo todo a punto precipitadamente después de que la ola de calor acelerase espectacularmente el proceso de maduración.

Este cambio en el calendario y en el estado con el que llegaba la uva a la vendimia rebajó las previsiones en un millón de kilos, asegurando bodegueros y Cabildo que quedaría sobre los dos millones.

La vendimia comenzó un avance a toda máquina en los campos lanzaroteños. Todas las bodegas se afanaron por recoger la uva propia y hacerse cargo de la de sus proveedores, una cosecha de la que finalmente pudieron encargarse sin dificultades gracias a la reducción de un millón de kilos.

Finalmente esta reducción siguió incrementándose, quedando la cosecha sobre el millón de kilos.

La llovizna que regó después de la ola de calor la uva ya deteriorada y la constatación en el campo y las bodegas de que los daños habían sido superiores a lo esperado, terminó por dar por finalizada la vendimia de 2007 antes de tiempo y con una cosecha muy escasa.

Vista la situación, se planteó la posibilidad de que los agricultores pudiesen aprovechar la situación para negociar mejores precios para su producto, pero el excedente que aún acumulan las bodegas de la anterior vendimia vuelve a dejarles con unos precios que rondan el euro el kilo y con las previsibles esperas de meses para cobrar.

Para paliar la crisis que viven en consecuencia los agricultores, la consejera de Agricultura del Cabildo, Nereida Pérez, se puso en contacto el Gobierno de Canarias para solicitar ayudas económicas para la Isla. La consejera de Agricultura del Ejecutivo regional, Pilar Merino, le comunicó que están estudiando la posibilidad de poner en marcha un decreto para repartir ayudas monetarias que afectarían a las siete Islas.

CRISIS PAISAJÍSTICA

En una isla en la que el turismo conforma buena parte de sus ingresos, mantener los atractivos propios es fundamental. En esta línea se financian y promueven vistosos eventos, se publicita el buen clima conejero y sus afamadas platas y centros turísticos, pero, sobre todo, Lanzarote atrae a un turista que quiere contemplar el paisaje característico que le vendieron en los folletos de su agencia de viajes.

Esto es la tierra volcánica de Timanfaya, las extensiones con pequeñas elevaciones que conforman ese paisaje casi lunar y las características propias de la zona interior que no se concibe sin el reguero de gerias que salpican el campo lanzaroteño.

Del resto de atractivos turísticos se encargan instituciones y hasta entes propios, del campo, los viejos agricultores que se aferran a las costumbres de la tierra. Con ellos se termina el mantenimiento de este arte.

Un ejemplo de lo que está ocurriendo en el sector agrícola lo protagoniza precisamente un agricultor, Francisco de León, que es la cara del vino en Lanzarote. Después de protagonizar la campaña de promoción de los caldos concejeros del Cabildo, este hombre se ha hecho muy popular en la Isla. Dicen que el éxito de la publicidad radica en el concepto, pero en este caso tal vez tenga que ver con la confianza que transmitía el rostro curtido de este hombre, que a sus 77 años sigue recogiendo casi él solo los 500 kilos de uva que produce su viñedo. “Esto ya no da dinero, yo le digo a mis hijos que trabajen en otra cosa porque esto ya sólo lo llevamos los viejos, por tradición”. Este sentimiento de abandono del campo que tiene De León es el mismo de sus compañeros de faena, que han visto como se ha ido transformando la tierra de cultivo con el paso de los años. “Cuando paseamos por La Geria pensamos en lo bonita que es esa zona, pero cuidada, no llena de aulagas y sin atender como está ahora”.

Es la visión de La Geria calibrada por los ojos expertos del que sabe cómo se presenta un campo que recibe los cuidados necesarios para obtener lo mejor de la tierra volcánica. Las peculiaridades del cultivo lanzaroteño son las que conforman el paisaje único de esta tierra y el sabor inigualable de sus vinos, pero también son las peculiaridades que obligan a mantener un trabajo artesanal alejado de cualquier maquinaria. Este trabajo conlleva mucho esfuerzo personal con el consecuente encarecimiento de la mano de obra y el abandono del cultivo por los más jóvenes. El perjudicado como cada año: el viticultor.

Sobre 90 céntimos se pagó de media el kilo de uva a los agricultores en 2006 y parece que este año se va por el mismo camino.

Vendimia 2007, del excedente al desastre
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