jueves. 28.03.2024

A la vista de lo que observé el lunes en Cataluña, prefiero la Liga. Me prometí a mí mismo no volver nunca a Barcelona, después de que tuve que ingeniármelas, no hace mucho, para llegar al aeropuerto desde el puerto, porque había huelga de taxis. No, no estoy para incomodidades, quiero que me sirvan por lo que pago y no tengo edad para buscar soluciones. Pretendo que me lo den todo hecho. Así que no voy a una ciudad que me resulta incómoda y desagradable. Lo que vi por la televisión fue lamentable. Son tan idiotas que convierten Barcelona en una urbe insufrible, la arruinan, la hacen antipática, precisamente esos que dicen querer a Cataluña, convertidos en antisistema por un día para joder la convivencia y privar a los demás de su libertad. Por eso prefiero el fútbol, aunque el F.C. Barcelona -que aprendan sus dirigentes de los del Espanyol, con una nota impecable- se arroga el catalanismo rampante y la representación del mundo mundial independentista. Si ya era un club antipático, para mí ahora se ha convertido en un vomitivo. Tomar partido en un asunto político es poco propio de deportistas, aunque a lo mejor por eso acuñó Granados, exjefe de la tele catalana, la expresión esa de que el Barça es algo más que un club. Yo conocí a Granados, venía mucho por Tenerife en los tiempos del fallecido Antonio Mestre, empresario hotelero con intereses en el sur, al que traté. Antonio Mestre era el padre de Jordi Mestre, hasta hace meses vicepresidente del Barça y futuro presidente de la patronal hotelera catalana. El Barça se equivocó y lo de Cataluña fue muy desagradable, esas imágenes de sucesos que nunca debieron ocurrir. Por eso prefiero el fútbol, aunque excluyo al Barça y a su nota estúpida de profesión de fe.

Publicado en Diario de Avisos

Prefiero la Liga
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