viernes. 19.04.2024

1.- Les anuncié que hablaríamos de ello. Se trata del ensayo, o relato, de Alonso Guerrero, profesor de instituto y ex marido de Letizia Ortiz Rocasolano, convertida luego en mujer de Felipe de Borbón, hoy rey de España. Este hombre, el autor, se ha quitado de encima un gran peso: el sufrimiento al que fue sometido por la prensa, la persecución implacable que padeció, en un afán de los plumillas por sacar lasca a su ya entonces extinguido matrimonio con la elegida por el futuro rey. Con nombres ficticios, con una gran erudición y con un dominio certero del idioma –no le trinqué más que un fallo, citar a Arfredo Marqueríe como Alfredo Malqueríe–, Alonso Guerrero se saca la espina de aquellos días con un relato impresionantemente bueno de un hombre cultísimo, que sabe escribir, que conoce un montón de cine y que descarga en el libro todo el padecer no buscado de haber sido el esposo de la que más tarde iba a convertirse en mujer de un rey y madre de sus hijas. La pieza literaria es francamente buena, escrita yo creo que sin rencor alguno, con una sinceridad apabullante y llena de situaciones que podrían parecer cómicas algunas veces pero que están teñidas de un dramatismo feroz. Por lo críptica, no es una obra dedicada al gran público, aunque ya lleva dos ediciones en un mes. “El amor de Penny Robinson” (Ediciones Berenice) se subtitula muy acertadamente: “Querían saberlo todo de él porque querían saber todo de ella”. Se define como novela, pero no lo es. Es un relato en primera persona de lo que ocurrió, con nombres que no existen. Algunos de ellos se imaginan en la prensa basura, más bien en la televisión basura de los programas que no pueden –porque no saben, ni les interesa— ser serios. No recomiendo la lectura de esta obra a los analfabetos funcionales, y sí, y mucho, a las personas sensibles que quieran conocer y hasta participar del sufrimiento de un hombre que tuvo que huir como un fugado, de una forma injusta, tan solo por librarse de su pasado, que era tan legítimo como el de cualquier otra persona. Estoy de acuerdo, eso sí, con una consideración de contraportada, que define el relato como una epopeya moderna. El estilo, creo que lo he dicho antes, es impecable; ya había en Alonso Guerrero un escritor, pero ahora lo hay mucho más. Tendrá que ensayar fuera de su biografía y prodigarse en la ficción para confirmar lo que digo, pero a sus 56 años tiene tiempo para seguir intentándolo. Una obra –y un autor—a tener muy en cuenta en el futuro. Me imagino que las grandes editoriales, como ocurrió con el primo de Letizia, David Rocasolano (“Adiós, Princesa”), no habrán querido entrar en el proyecto. No sé, hablo de memoria. De cualquier manera, “El amor de Penny Robinson” está muy bien cuidada y, ya digo, lleva dos ediciones en marzo de 2018, aunque desconozco el número de ejemplares vendidos. Muy interesante.

2.- Les hablo ahora, cómo no, de los erráticos catalanes del procés, que dividen ahora sus preferencias entre el matraca de Jordi Sánchez y el huido de Puigdemont. Se trata de alargar la agonía, de seguir cobrando y de continuar insistiendo en políticos involucrados en delitos como posibles candidatos a presidir el Gobierno catalán. No tienen ninguna posibilidad y es más que probable que la Fiscalía alemana emita un informe favorable de la entrega a España de Puigdemont, esta misma semana, informe que será enviado a los tribunales alemanes competentes para que procedan. Las cosas parece que no van a dilatarse mucho, porque la euroorden española, que ha sido modificada, para ser agravada, es taxativa. Además, los alemanes no pueden caer en el ridículo de que se les escape a Bélgica. Angela Merkel ha estado en La Gomera en esta Semana Santa, de asueto. Los memes en las redes han sido muy divertidos. Publico uno, que me ha hecho mucha gracia y que la vincula con Casimiro Curbelo. No se lo pierdan.

3.- Da pena leer y escuchar a los medios de comunicación en estos días. Nada de nada. No ha ocurrido nada del otro mundo en Europa, gracias a Dios, y hay que echar mano de Oriente Medio, donde siempre hay cosas aunque normalmente no se cuenten por falta de espacio. Se habla de brutalidad israelí y se pone de manifiesto el anti-semitismo que existe en el mundo de la comunicación. El Estado de Israel tiene una defensa difícil, en todos los sentidos, ya no sólo por la maldición histórica sino porque sus enemigos venden mejor que ellos los acontecimientos. Yo conozco bien Israel y admiro a este pueblo, que ha sufrido lo indecible por su supervivencia. Pero tiene mala prensa, siempre la ha tenido, y esto no es justo. Los judíos intentan sobrevivir en un medio hostil y lo que mejor saben hacer es defenderse de una forma muy particular, si ustedes quieren verlo así: atacando. Lo contrario, la no respuesta, proporcional o no, ya lo han experimentado también y no les ha salido bien, porque han intentado aniquilarlos. Yo respeto mucho al pueblo israelita y las dos veces que he visitado el país, recorriéndolo detenidamente, me he sentido muy cómodo y muy identificado con ellos. Simplemente, intentan sobrevivir con dignidad y con una gran firmeza, a pesar de tener en contra la historia y las actitudes del entorno.

Es una publicación de El Diario de Tenerife.com

El amor de Penny Robinson
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