Los periodistas no siempre hacen un buen uso del lenguaje. Lo dicen catedráticos de filología y escritores. Y lo reconocen los propios redactores. Aseguran que en nuestros periódicos se abusa de los anglicismos en lugar de usar sus sinónimos en castellano.
Es cierto que las terminaciones en “ing” son de lo más frecuentes: “parking” o “ranking” en lugar de “aparcamiento” o “lista”. Pero no creo que esto sea demasiado grave, siempre que no olvidemos - y sigamos utilizando - las palabras castellanas. De hecho, una de las reglas de los libros de estilo de la mayor parte de los diarios es la de utilizar siempre, como primera opción, la palabra española y, de forma subsidiaria, la extranjera. Sin embargo, no está de más recordar que antes del “bacon”, por ejemplo, estuvo y está la “panceta” o “tocineta” (como dicen en Colombia).
Los profesionales de la comunicación pueden decir que usan esos anglicismos porque la gente los entiende y los utiliza en su hablar cotidiano. Es cierto. Pero no hay que olvidar que los medios de masas tienen una responsabilidad, no sólo como fuente de información (no es lo mismo decir “grupos terroristas” que decir “la resistencia”), sino también en tanto que “obreros del lenguaje”. Los redactores trabajan con las palabras, y no sólo en la prensa escrita, también en la televisión y en la radio. En ese sentido deben - debemos - ser conscientes de la repercusión mediática que tienen nuestras palabras.
Joaquín Müller-Thyssen Bergareche, director de la Fundación Español Urgente, recuerda que “la noticia es información precisa, interesante y bien escrita. Cuando falta alguna de esas tres cosas, no hay noticia”. Esta fundación advierte que los periódicos españoles cometen cada vez más errores. Afortunadamente, dicen, no ocurre lo mismo en algunos de Hispanoamérica ni en la prensa en español de los Estados Unidos. Por eso creen que necesitamos un español global, un lenguaje consensuado entre todos los medios de comunicación que ofrecen información en este idioma y la difunden de forma internacional. Para que todos sepamos de qué estamos hablando y para no perder palabras tan bonitas como “tocineta”.