Este año no vamos a ir a la Feria Internacional de Turismo, FITUR para los amigos y demás familia. Usted, lector, podrá preguntarse ahora: ¿y a mí qué? Pues sí, a usted le tiene que dar lo mismo, pero a nosotros no. Es la primera vez en no sabemos cuántos años que faltamos a la cita con la que está considerada como la segunda feria de turismo más importante del mundo, después de la World Travel Market de Londres. Cierto es que con la que está cayendo no teníamos muchas ganas de ir, y compartimos incluso el pensamiento de aquellos que consideran que este tipo de eventos, que suponen un enorme gasto para las arcas públicas, no deberían celebrarse. Pero también es cierto que nuestra principal labor es informar, y durante los tres días importantes de la feria la mejor y la mayor información de Canarias se concentra en Madrid, simplemente por el hecho de que todos nuestros representantes públicos se desplazan a la capital como si de una horda vikinga se tratara.
El año pasado hicimos un enorme esfuerzo para estar en Madrid, y lo hicimos, a pesar de las nulas ayudas públicas, con el equipo habitual. Fuimos el único medio de Lanzarote presente junto al Grupo Lancelot, porque los demás, que sí que cobran por cuestiones que en teoría afectan al turismo pero que trabajan menos que el sastre de Tarzán, estaban a otras cosas. Hicimos como es habitual tres conexiones diarias en la radio, elaboramos dos horas diarias de televisión que se emitían al día siguiente de su grabación y redactamos entre tres y cuatro páginas de nuestro periódico de papel (todavía existía) y otras tantas en nuestra edición digital. Mucho esfuerzo para poco beneficio, porque ya saben que la publicidad institucional siempre ha ido para otros. Pero eso nos daba igual. Creíamos que nuestra obligación era estar allí, y estuvimos. Las cosas han cambiado este año, y ¡cómo!
Este año, que tampoco hemos sido invitados por nadie, hemos decidido no ir. Primero por lo que comentábamos al principio, porque la crisis que asfixia a la mayoría de los ciudadanos (no a los politicuchos que tenemos y a sus amigotes) también nos acogota a nosotros. Segundo, y más importante, porque estamos cansados además de aguantar determinadas actitudes y a determinadas personas, que encima aprovechaban nuestra presencia allí para promocionarse gratuitamente.
Ni les queremos contar las peripecias que tuvo que hacer el año pasado nuestro compañero Alfonso Canales para evitar a Rita Martín, que se empeñaba una y otra vez en robar planos para salir por la tele, en chupar cámara, vamos, cuando estaba claro que nosotros no queríamos que saliera. La misma Rita Martín que este año, en plena crisis, se va a gastar lo que no está en los escritos para hacer el pabellón más espectacular de toda la feria; también el más caro. ¿Era necesario hacer este tipo de alardes en un año como este? Para Doña Rita, a la que no parece dolerle el dinero ajeno, sí. Era muy importante. Según la nota oficial de la Consejería de Turismo estamos hablando de “una plataforma de comercialización que ocupará 1.973 metros cuadrados, distribuidos en dos módulos de 1.157 metros y 816 metros, respectivamente. Como es habitual, Gran Canaria y Tenerife contarán con la mayor superficie, con 31 metros cuadrados cada una, mientras Fuerteventura y Lanzarote emplearán 19 metros y El Hierro, La Gomera y La Palma tendrán 8. ¿Qué les parece? Pues eso, que muy bien, que con su pan se lo coman, tanto los unos como los otros. Nosotros nos quedaremos aquí preocupados por la que está cayendo en nuestras instituciones, en la mayoría de las cuales sigue sin haber gobierno conocido.
Nosotros no vamos a FITUR, pero otros sí. Es el caso de las máximas autoridades, empezando por Doña Manuela Armas, que no se pierde una y que estará en Madrid para vender luego cuatro o cinco contactos con touroperadores que ni conoce y salir en dos o tres ruedas de prensa que se realizan en Madrid para gente de Lanzarote, algo que resulta ciertamente sorprendente. Y es que ése es el interés que despierta nuestro Cabildo. No hay una sola presentación que hayan hecho en la que no estén presentes los mismos de siempre. Pero allí estarán todos, del primero al último, gastando una gran parte del dinero de todos los lanzaroteños en desplazamientos, hoteles, comilonas, cenas, canapés, fiestas y un largo etcétera que no vamos a enumerar para no aburrir al personal, sobre todo porque ya los conocen. Sólo esperamos que a la presidenta y a sus malos asesores no les dé por convocar una rueda de prensa para hablar de lo insostenible que es Lanzarote y de los 23 hoteles ilegales que no terminan de decidir qué hacer con ellos.
El caso es que hoy se inicia la feria y el asunto ha pasado prácticamente desapercibido, tal vez porque los políticos que tenemos en Lanzarote están a otras cosas, tal vez también porque el departamento del Cabildo que llevará el peso del evento, que no es otro que el Patronato de Turismo que dirige María José Docal, tiene mucho menos peso que otros, como el de los Centros Turísticos, quizás porque, como salta a la vista, todo lo que tiene que ver con el PIL pasa a un segundo plano en la Primera Corporación insular. Una triste nota de prensa para informar de la cuestión. Eso es todo.
Nos da la sensación que a la población de Lanzarote le importa un carajo lo que pase en FITUR, y nosotros estamos con ellos, con la población, no con sus políticos, y estamos sobre todo al lado de todos los que lo están pasando mal y a los que les chirriarán los oídos cuando oigan a gente como Doña Rita hablando de lo maravilloso que es todo en el pabellón de IFEMA donde se celebra este monumental sarao. Es una vergüenza, otra más.
Por cierto, que después de que se ha desvelado el tremendo contenido de las cuentas de los Centros Turísticos y después de que se ha sabido que determinado grupo de comunicación se ha hinchado, hay representantes de Partido Popular y Coalición Canaria que se han llevado las manos a la cabeza. Son los mismos que en su día apoyaron a este grupo frente al resto, que alentaron a aquellos que se encargan de distribuir la publicidad del Gobierno de Canarias para que también fueran los beneficiarios de la misma. Ahora vienen a quejarse del tratamiento informativo que hacen de sus informaciones y de lo sorprendidos que están al enterarse de lo que han facturado con el ínclito Espino y con su peculiar PSOE. ¡A buenas horas mangas verdes! A buenas horas se vienen a quejar. ¿Qué pretenden hacernos creer, que no sabían lo que estaba pasando, que no eran conscientes de que todo el dinero iba a los mismos? ¡Por favor! Aquí hace tiempo que dejamos de ser bobos, y no hemos hablado más porque tenemos mucho trabajo y muy poco tiempo para dedicarlo a estas cuestiones. Eso sí, que no se preocupe nadie porque en su día tomamos nota de aquellos que nos fueron dando pequeñas puñaladitas por la espalda. Como dice el chiste, no somos rencorosos, pero el que nos la hace nos la paga.
En Lanzarote han pasado cosas muy raras, pero sobre todo aquellas que tienen que ver con la política y los medios de comunicación. Mientras otros recibían por todos lados muchos, entre ellos nosotros, estábamos a verlas venir. A pesar de todo, a pesar de ellos, los políticos, nosotros hemos logrado sobrevivir, y lo seguiremos haciendo, gracias sobre todo a nuestro público y gracias sobre todo a las pequeñas y medianas empresas que siguen confiando en nuestro trabajo. También gracias a que las cosas están cambiando en determinados ambientes y gracias a que tenemos proyectos interesantes entre manos. Muchos proyectos interesantes.
Ojo, hablando otra vez de FITUR, que en esta feria se cumple un año (¡cómo pasa el tiempo!) de la presentación que hizo el ínclito Carlos Espino sobre la cuenta de resultados de los Centros Turísticos. ¿Se acuerdan? Fue la misma presentación en la que lanzó todo tipo de alabanzas hacia la gestión que había realizado el gerente José Juan Lorenzo a las órdenes de Pedro San Ginés. El mismo José Juan Lorenzo que se cargó unos meses después alegando algo tan absurdo como “pérdida de confianza”. La sociedad de Lanzarote sí que tiene una total y absoluta “pérdida de confianza” en este sujeto, que está convirtiendo en un circo la política local. En fin, lo dicho, que con su pan se lo coman.