Nos consta que a mucha gente le gustaría que se arrojara mayor luz sobre lo que realmente está ocurriendo en el Cabildo, sobre lo que hay de verdad y de mentira en toda esta historia de los hoteles. Creemos que sería interesante aclarar ciertas cuestiones, para aportar nuestro particular punto de vista sobre este farragoso y enredado asunto. Porque, no nos engañemos, aquí hay intereses cruzados, gente que defiende una postura u otra en función de intereses muy particulares. En primer lugar, nos gustaría destacar que Doña Manuela (o Mela) Armas ha vuelto a demostrar en otro espacio televisivo, en esta ocasión en Archipiélago Televisión, que no tiene ni pajolera idea de qué va esto de la contención del crecimiento. Después de derretirse el cerebro con la introducción de apenas tres párrafos en el informe elaborado por los técnicos de la institución y recogido en una página web con el nombre de legalidadurbanistica.org, parece que no le quedó espacio para almacenar más. Por eso, otra vez, fue incapaz de responder a una pregunta tan sencilla como qué pasa con la promesa electoral que hicieron los representantes de su ahora partido sobre el hotel Papagayo Arena. Dijo, a grandes rasgos, que no conoce cómo se encuentra este asunto. Es decir, que no conoce la situación del único hotel que se ha dicho oficialmente que se va a derribar. Sin ruborizarse lo más mínimo, además, desmintió la información facilitada a esta casa por los representantes de los trabajadores que se reunieron en su despacho, garantizando que jamás les aseguró que no se iba a derribar un solo hotel y que no tenían por qué temer por su puesto de trabajo, lo que imaginamos, si es que ellos vieron la gloriosa intervención televisiva, que tendrá una puntual respuesta. Pero ahí no quedan las perlas de Doña Manuela (o Mela); en otro alarde de inteligencia, mientras justificaba la política de contención del crecimiento que en teoría defiende, aplaudió los acuerdos suscritos con empresarios como los de Yudaya o los del hotel Hesperia de Puerto Calero, entre otras cosas porque no le quedó otra que reconocer que, aunque se iniciaron los expedientes en el anterior mandato, fue su compañero Carlos Espino el que llevó a cabo las negociaciones siendo consejero de Política Territorial. Es decir, que le parece muy bien a Doña Manuela (o Mela) que se hagan raras excepciones con algunos empresarios a los que se les va a permitir construir a partir de 2011 se establezca lo que se establezca en la nueva revisión del PIOT, que si no nos falla la memoria se está redactando en estos momentos. Dicho de otro modo, que un hotel que incumplió con la moratoria y otro que no se había construido pasan el particular filtro establecido por algunos políticos del Cabildo por la aplicación del arte de la negociación y la compensación que sólo ellos conocen. Siempre compensando el interés general, se entiende, un interés general que a nosotros, somos así de burros, se nos escapa. Una vez más volvió a repetir lo de que hay hoteles que invaden zonas verdes, que invaden viales y que no cuentan con licencia, pero, a pesar de que hay poco más de una veintena de casos, fue incapaz de poner ejemplos concretos. Se limitó a invitar a todo el mundo a leer la página web de marras en la que se detalla la situación de cada infraestructura, un tostón que evidentemente ella no ha hecho y que mucha gente de Lanzarote, a la que también representa, no podrá hacer jamás. Hay vecinos que no saben lo que es un ordenador, gente que no tiene Internet en su casa, y a nuestro modo de ver son vecinos que también tienen que saber quién incumplió qué y quién hizo qué. Entrando en el capítulo de las “compensaciones”, dijo barbaridades como que se va a intentar que los empresarios que incumplieron las normas adquieran derechos consolidados de futuras camas a otros empresarios para luego regalarlas al Cabildo, en una especie de trueque que no terminó de explicar muy bien. Podría ser una idea interesante, siempre que alguien con algo de idea lo explique en condiciones. No por supuesto Doña Manuela (o Mela). En todo momento habló de un medio en el que se le critica mucho y la gente se ríe mucho en sus tertulias, con lo que interpretamos que se debía referir a esta casa, donde, efectivamente, la gente se ríe mucho, por no llorar. Además, se permitió el lujo, esta demócrata del carajo, de decir que los medios que han planteado discrepancias con su política en este terreno “están patrocinados por los hoteles. Los demás no sabemos, pero aquí estamos orgullosos de no estar “patrocinados” por nadie y de expresarnos con absoluta libertad, sobre todo porque tenemos años de lucha a nuestras espaldas y no es la primera vez que nos enfrentamos con un ave de paso de los que fugazmente anclan sus posaderas en el Cabildo. Fue incapaz de decir realmente qué va a suceder ahora, qué se va a derivar de un proceso que no está en absoluto claro, qué establecimientos van a poder pasar el corte de la legalidad y cuáles no, cuáles se van a incluir en el nuevo techo de crecimiento y cuáles habrá que tirar al piso. Llegó Doña Manuela (o Mela) a comentar que ahora los políticos debían apartarse del proceso, sin caer en la cuenta de que si se quiere actuar, si se quiere hacer algo, lo que sea, tienen que ser los políticos los que tomen las decisiones. Eso si no es cierto lo que muchos sospechan, que en realidad no se quiere hacer nada de nada... A groso modo este es el resumen que podemos hacer de lo que fue esta brillante intervención televisiva, que nos consta que ha llenado de desasosiego a todos los que creían que se había producido un cambio de actitud en la presidenta. A nosotros nos ha dejado igual, porque ya no esperamos mucho de Doña Manuela (o Mela).
Es cierto, no vamos a ser nosotros los que lo neguemos, que el informe que han realizado los técnicos del Cabildo y el abogado que lleva todos los asuntos de la moratoria está muy bien hecho. También es cierto que este informe llega con bastante retraso, y que de haber salido un tiempo antes nos habría evitado las bochornosas escenas del Lanzarote que algunos se han empeñado en vender en el exterior, ese que para ellos se parece tanto a la Marbella más corrupta. Tampoco estaría de más, por cierto, que se dijera cuánto ha costado este informe a las arcas del Cabildo. Por simple curiosidad. Y si ha sido gratis, mejor que mejor. Lo importante, de todos modos, para que nadie nos malinterprete, es que la información ya está, es pública, se puede consultar. Es el modo más sencillo de que muchos dejen de hablar por hablar, tanto los que están en un bando como los que están en otro, porque aquí, queridos lectores, hay para repartir en las dos direcciones.
No nos extraña por cierto el desconcierto de la oposición del Cabildo y de los ayuntamientos afectados. Salieron el jueves con una impresión muy positiva de su encuentro con la presidenta y se encontraron el viernes con una hostilidad tremenda emanada del consejo extraordinario de la Reserva de la Biosfera. Ya saben, esa reunión en la que el ínclito Carlos Espino dijo aquello de que los hoteles ilegales forman parte de “una trama organizada dedicada a subvertir la normativa”. Lo que no entendemos es por qué la Fiscalía no le llama a declarar, si es que no ha declarado ya, para que explique con detalle en qué consiste esa trama organizada y qué entiende él por subversión de la normativa.
Nos llama poderosamente la atención que tanto Doña Manuela (o Mela) como el consejero Carlos Espino parezcan ahora los grandes vencedores de esta historia de los hoteles. Incluso los medios afines reclaman que pidamos disculpas los que nos hemos mostrado y nos seguiremos mostrando críticos con la política de estos dos individuos. Sólo faltaba. Lo decimos porque en el año en el que se inició todo, en 1998, la primera estaba enrolada en las filas de Coalición Canaria y el segundo era un personaje absolutamente desconocido en el socialismo insular. No habría estado de más que ambos hubieran tenido el detalle, ahora que se ponen tantas medallas, de reconocer el trabajo que en aquel momento hicieron personas como Enrique Pérez Parrilla, que era el presidente del Cabildo, o Segundo Rodríguez, que era el consejero de la Presidencia, cuando la palabra moratoria no formaba parte del lenguaje común de los habitantes de esta tierra. Recordemos que fue el PSOE de entonces el que inició esta particular batalla por la contención del crecimiento, los que incluso sacaron adelante la medida sin consultar con sus entonces socios de gobierno, el PIL, los que obligaron, a pesar de que la mayoría sabía que había cosas que no estaban bien hechas (esas cosas mal hechas por el equipo de Fernando Prats costaron los primeros pleitos perdidos en los tribunales y provocaron la intervención del Gobierno de Canarias que presidía Román Rodríguez), a que el resto de formaciones políticas se pusieran de su lado. Fue una época en la que casi todos, incluyendo a los que trabajamos en este medio, abogamos con contundencia por el “Ni una cama más”, eslogan que la Fundación César Manrique hizo suyo y que otros colectivos como Foro por Lanzarote, el germen de Alternativa Ciudadana, defendieron a capa y espada. Por eso, porque conocemos la historia y la vivimos desde dentro, nos sorprende que ahora se cuelguen las medallas de este éxito judicial la actual presidenta del Cabildo y el que dicen que es el presidente en la sombra. Lo normal habría sido que al César le hubieran dado lo que es del César, pero estas son las miserias que tiene la política que algunos practican en estos inciertos días.