ACN
La profesora de Relaciones Internacionales y miembro del Grupo de Estudios Africanos de la Universidad Autónoma de Madrid, Itziar Ruiz-Giménez Arrieta, critica la "hipocresía" de los países desarrollados que "cierran puertas a la inmigración pero la necesitan", para que así, entrando de forma irregular sin derechos, sean "más vulnerables a la explotación".
La experta en estudios africanos Itziar Ruiz-Giménez, critica el discurso “hipócrita” e "incoherente" de los países desarrollados al cerrar puertas a la inmigración cuando la necesita para cubrir nichos de trabajo.
La explicación, dice, está en que si los inmigrantes entran de manera irregular, no cuentan con derechos, son "más vulnerables a la explotación" y, por tanto, a generar más plusvalías. Para Ruiz-Giménez, la inmigración es “una estrategia de desarrollo colectivo” que utilizan los ciudadanos africanos para solventar la incapacidad de sus propios Estados para darles servicios básicos, y asegura que es un fenómeno que se seguirá dando porque “la gente viene porque hay trabajo”. De hecho, la propia ONU ha publicado recientemente un informe en el que asegura que el fenómeno de la inmigración ha servido para beneficiar tanto a países de origen como de destino.
“Se suele entender los procesos migratorios como gente que individualmente está huyendo del hambre y la miseria, cuando detrás de cada proyecto migratorio hay un proyecto colectivo, donde una familia o una aldea entera decide que algunos de sus miembros emprendan una estrategia de desarrollo, ya que sus Estados no está dando servicios a la población”, comentó. Tanto es así, que el informe de la ONU aludido afirma que el trabajo de los inmigrantes ha ayudado, sin competir con la fuerza laboral nacional, a incrementar el PIB de los países de destino, pero sobre todo, a los de origen: los inmigrantes mandaron de vuelta a sus países un total de 240.000 millones de dólares el pasado año, lo que supera con creces lo que se destina a ayuda al desarrollo. Para la experta, esto demuestra que la visión tópica sobre África es falsa, que no es pasiva, sino que “está plagada de gente que desarrolle múltiples estrategias de desarrollo”, así como que pone al descubierto “el discurso hipócrita” de los países desarrollados, que “cierran las puertas a esa inmigración pero la necesitan, porque cubre nichos de trabajo que no se cubrirían de otra forma”.
Sobre esa hipocresía, afirma que se asienta en una perversión de los propios países receptores: necesitan que vengan de manera irregular porque de lo contrario deberían disfrutar de derechos básicos y, así, son “más vulnerables a la explotación”. “Nuestros sistemas económicos se asientan en esa necesidad de mano de obra, la gente viene porque se necesita esa gente, si no encontraran trabajo no vendrían, lo que hay que hacer es plantearse las políticas de inmigración de otra manera”, opina.