viernes. 02.05.2025

El pasado sábado terminaron las vacaciones de los ocho niños saharauis que se despidieron de sus familias de acogida en Lanzarote para volver a sus hogares en los campos de refugiados de Tinduf.

La Asociación de Familias Canarias en Apoyo del Pueblo Saharaui fue como cada año la encargada de organizar esta actividad, que acerca a los niños a las Islas con la intención, ya no sólo de que disfruten de unas vacaciones con otras comodidades, sino para que puedan recibir las atenciones médicas que necesiten.

Pero a pesar de lo loable de la causa y de la implicación de las instituciones, la realidad es que lo que comenzó siendo un éxito que llenaba de sonrientes niños saharauis las playas de la Isla, está comenzando a decaer y cada vez son menos las familias que se animan a acoger a estos pequeños vecinos de África.

Un problema económico

Una de las causas de este desinterés podría estar en el gasto económico que supone el traslado y mantenimiento de los pequeños durante dos meses, como apuntaron a su llegada el coordinador de la Asociación de Familias en Apoyo al Pueblo Saharaui, Juanma Gutierrez, y la propia concejala de Asuntos Sociales del Ayuntamiento de Arrecife, Lolina Curbelo.

Los dos representantes acudieron en el mes de julio a recoger junto con los niños y sus familias de acogida el material escolar que les regaló el Ayuntamiento de Arrecife, una de las instituciones que sí que se ha preocupado por apoyar económicamente para que esta actividad se mantenga.

La Asociación y los padres “adoptivos” se quejan de la falta de implicación e interés por la causa que demuestran muchas de las administraciones públicas a las que acuden, que no aportan nada para facilitar que unos cuantos niños puedan pasar sus vacaciones fuera de un campo de refugiados.

En cambio, ayuntamientos como el de Arrecife o San Bartolomé se han unido a esta iniciativa y aportan recursos para facilitar a las familias la decisión de traer a un niño desde Tinduf.

En la mayoría de los casos, la principal reivindicación se centra en la financiación de los billetes entre el Archipiélago y el Sahara, un billete que este año ha pagado el Consistorio capitalino desde Gran Caaria hasta Lanzarote.

Este tipo de ayudas ayudaría a que el número de acogidas no siguiese descendiendo como hasta ahora. En 2004 llegaron 12 niños, en el año 2005 el número se redujo a 10 chavales y este año 2006 los niños que han venido han sido 8.

Atenciones médicas

Una de las motivaciones que lleva a los niños a pasar el verano en las Islas es la atención médica que recibirán, que en muchos casos no pasará de un simple chequeo, pero que muchas veces es una urgencia y una necesidad que no podrían obtener en su país.

Por eso, y aunque este viaje sólo esta contemplado para niños de entre siete y doce años se hacen excepciones en caso de que necesitasen algún tipo de tratamiento. En general se trata de intervenciones de las que se hará cargo la Administración, pero aún así, siempre cabe la duda de si será la familia la que tenga que correr con los gasto en caso de que no se pueda solventar con tanta facilidad.

Este tipo de dudas son las que Juanma Gutiérrez cree que se solventarían con “un convenio, que sería lo interesante para que puedan venir”, de modo que las instituciones se implicasen en todo el proceso y diesen garantías a las familias.

Por ahora se mantiene la ya casi tradicional estampa de la llegada de los niños emocionados al principio del verano y también la de vuelta, en la que no menos emoción se despiden las familias que han hecho suyos durante dos meses a unos pequeños que vuelven tristes por lo que dejen a tras pero con muchas ganas de volver a abrazar a sus familias biológicas que permanecen en el campo de refugiados.

Los ocho niños saharauis regresan a casa tras dos meses de vacaciones en la Isla
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