Mujer, maestra, amante de la literatura, de la palabra, de la vida... conejera de pura cepa enamorada de su tierra. A través de su voz y de sus gestos desprende una energía y una ilusión por todo lo que hace que acaba contagiando al que está a su lado, y lo sabe. Dice que la lectura es una enfermedad vírica que se contagia, una enfermedad que hay que padecer. El mundo escondido en las páginas de un libro se puede conocer de muchas maneras, ella las conoce todas y las aplica, desde el tacto de las páginas que pasan una detrás de otra, hasta los cuentos que narra y que ella misma se cree, y escenifica para sus alumnos y para los que no lo son. Así es Lola Suárez Suárez, pregonera de las fiestas de San Ginés 2006.
-¿Quién es Lola Suárez?
-Ésa es la pregunta del millón. Lola Suárez es una mujer de 51 años que nació en Arrecife, que se marchó a estudiar a Tenerife cuando tenía 18 años, pero que he seguido viniendo cada año a Lanzarote porque sigo siendo conejera de pura cepa. Lanzarote para mí es tremendamente importante. Sin el mes de agosto en las playas de la Isla, para mí sería terrible abordar durante el resto del año el frío de La Laguna. Ésa soy yo.
-¿Sabe usted por qué es la pregonera de las fiestas de San Ginés?
-Creo que soy pregonera de las fiestas de San Ginés porque tengo una cara que me la piso, porque soy muy atrevida, porque quiero mucho a mi isla y porque realmente tengo unos recuerdos entrañables de los sangineles de mi infancia y de mi adolescencia. porque tengo una pandilla maravillosa con la que me sigo reuniendo aquí cada año. -
-¿Por qué me han llamado?
Bueno, en primer lugar esto es un embolado de Félix hormiga y supongo que el hecho de haber escrito unos libros es lo que le ha dado pie. Eso pienso.
-¿Cómo fue el momento en el que le comunicaron que querían contar con usted para el pregón?
-Primero me acordé de golpe de toda la familia de Félix, me dio mucho miedo, luego me preguntó ¿tú de dónde eres Lola? Y es verdad, es que soy de aquí y de aquí somos todos los que queremos a esta tierra. Dije que sí aunque al principio pasé mucho miedo. Después, a medida que entraba en el pregón lo fui disfrutando porque pude recordar muchas cosas, acordarme de historias, leí mucho sobre San Ginés porque hay muy poco escrito, he aprendido mucho y he disfrutado mucho. Soy conejera y a mucha honra. Y mi pregón habla también de mujeres, de las mujeres de aquella época, mujeres maravillosas que yo conocí de pequeña, que nos cuidaban...
-¿Y los hombres? Porque hay uno que ha marcado especialmente su vida, su tío Enrique Suárez Lubary.
-Mi tío Enrique no sólo marcó mi vida, sino también la de mi hermana y la de mucha gente que tuvo la suerte de conocerlo. Fue un hombre al que le partieron la vida con 19 años cuando lo metieron en el campo de concentración de Gando con su padre, mi abuelo José. Le hicieron pasar por todo lo que en este año de la memoria histórica se ha querido recordar pero diciendo, no queremos nombrar a los verdugos... Pues a ver qué es lo que hacemos con Franco, lo tendremos que tachar de todos los sitios, pero en fin, vamos a no meternos en profundidades. Mi tío Enrique era un hombre con un humor cáustico, inteligente, cariñoso, un artista, un encuadernador magnífico, tenía el don de la oportunidad para todo. Mi hermana y yo nos quedamos huérfanas muy chiquitas, con seis años, y mi tío Enrique supo suplir los vacíos afectivos que nos dejó la vida. Adoramos a mi tío Enrique, yo de él aprendí el gusto por las cosas bien hechas, el amor a los libros y, sobre todo, me enseñó a que yo tenía que hacer lo que yo consideraba que estaba bien hecho, aunque tuviera a toda la gente en contra. Mi tío Enrique, es mi personaje.
-Lola es maestra...
-Sí, siempre he sido maestra, yo nunca fui profesora de EGB como se puso de moda en un tiempo, yo soy maestra, fui maestra y seguiré siendo maestra hasta que me jubilen. Trabajo en un colegio con niños muy especiales, son niños deficientes motóricos, que generalmente van en silla de ruedas y que tienen unos determinados problemas que les hacen ser bastante diferentes a los demás niños pero no por eso dejan de ser igual de trastos, de alegres y de encantadores que los demás niños. Te comen mucha energía pero... a pesar de que a mí me parecía una chorrada cuando había gente que decía que aprendía mucho de sus alumnos, tengo que decir que cuando yo empecé a trabajar con estos niños hace diez años me di cuenta de que tú no puedes empezar un día con mal humor cuando ves con qué alegría, propia de sus años, afrontan cada día. Entonces te planteas: si ellos pueden hacerlo, ¿por qué yo no?
-El ser maestra en el Colegio Público Camino la Villa en La Laguna, es una de las partes sin duda más importantes de su currículo, pero también tenemos que decir que tiene en su haber nueve publicaciones y que formó parte del equipo de redacción de la revista “Marañuela”. También ha sido miembro del grupo de trabajo Antoniorrobles y en la actualidad pertenece al grupo estable Atalanta que, como el anterior se dedica a fomentar las bibliotecas escolares, así como la animación y dinamización de la lectura. ¿La de fomentar la lectura entre los más jóvenes es una tarea dura dad la imagen que tenemos de que los niños viven pegados a la televisión y a la videoconsola?
-Eso no es verdad. Hay una cuestión que es cierta, los niños ven la tele, también lo hacemos los adultos, y juegan con los videojuegos. Pero también es cierto que los niños leen más ahora que cuando yo era pequeña. Precisamente porque he estado más de doce años llevando una biblioteca escolar sé lo que leen los niños y le puedo decir que los chiquillos llevaban libros por un tubo. El problema está en que los adultos no leemos, así que no echemos la culpa a los niños, ellos sólo hacen lo que ven no lo que se les dicen. Es absurdo que un padre le mande leer a un niño cuando él no coge un libro. La lectura es una enfermedad vírica que se contagia y hay que padecerla. Este curso hemos puesto en marcha una experiencia que me tiene encantada. Es un grupo de madres lectoras, ¿qué mejor incentivo para un niño ver que su madre lee? Hay que hacer grupos de lectura, los niños hacen lo que ven.
-Pero es muy difícil ponerse a su altura y usted lo sabe bien, tanto por su faceta de maestra como de cuentacuentos... El público infantil es muy difícil de contentar y además es muy sincero.
-Sí, tiene razón, eso es horroroso, los niños pequeños y los adolescentes forman el público más difícil del mundo. Meterte en salón de un instituto con chicos y chicas de primero o segundo de la ESO, es algo así como hacer lo que hacía Ángel Cristo, cuando lo hacía, pero luego son realmente agradecidos cuando consigues llegar hasta ellos y crear complicidad entre el que cuenta un cuento y el que está escuchando no es tan difícil. Primero tienes que creerte tú lo que estás contando, yo intento pasármelo bien, y me lo paso bien, no lo voy a negar. Procuro darle a ese cuento todos los elementos que harán que el público se ponga de mi parte. A los niños hay que tratarlos con mucho respeto.
-Ahí está el problema, los adultos tienden a dirigirse a los niños, y perdone la expresión, “como si fueran tontos”.
-Y no hay que intentar enseñarle nada a un niño. No hay que equivocar un cuento con una elección. Cuando quieras dar una lección la das, pero no les des gato por liebre, la hora del cuento es sagrada y luego otra cosa, los maestros somos muy dados a coger un libro y exprimirlo, y tengo que decir que si a mí me obligaran a hacer la mitad de los ejercicios que les mandamos hacer yo, o bien me negaba a leer o leía a escondidas. No se puede coger un libro y decirle a un alumno: me haces un resumen, buscas las palabras esdrújulas del primer capítulo, inventas otro capítulo al final y le haces otra portada. Eso es matar el gusto por la lectura.
-¿Entonces por qué se empeñan ustedes?, ¿por qué no dejan al alumno disfrutar de la lectura? porque, discúlpeme, pero eso es una manía que tienen todos.
-Yo creo que es porque en el fondo tenemos miedo de que el alumno no lea. Tenemos pánico, tenemos unos programas cerrado que tenemos que dar, tenemos una presión social tremenda, hemos pasado a ser los traumatizadores oficiales de los niños, nos sentimos bastante desprotegidos y nos refugiamos en los programas. Por eso no nos permitimos el lujo de parar y decir, vamos a hablar de poesía, a hacer teatro, a leer una novela por el simple gusto de leer. Y leer supone un esfuerzo y hay que esperar a una edad para poder merecerte un libro en concreto y no hacer versiones infantiles... hay libros para cada etapa de la vida. Lo que nos hace falta son bibliotecas, bibliotecarios, dinero para libros y libertad para elegir leer lo que me dé la gana. Y tener una persona que me ayude a buscar lo que yo quiero leer.