jueves. 01.05.2025

Los hijos de padres superprotectores tienen más secuelas emocionales que los que han sido abandonados

Muchas mujeres dejan su vida social y laboral cuando son madres y sienten que pierden lo único que tienen cuando deben llevar a sus hijos al colegio

Estos son días de síndrome post-vacacional para todos, para los mayores y también para los niños que tienen que afrontar con más o menos ganas la vuelta al colegio. Mientras que los más mayores suelen pensar en el nuevo curso como una aventura en la que descubrir nuevos compañeros, los “primerizos” recurren a todas las artimañas que consiguen idear para evitar la separación de sus padres. Lo malo es que muchos padres y sobre todo madres, ceden ante estos chantajes emocionales e incluso los favorecen a base de lloros y lamentos a las puertas de colegios y guarderías.

La psicóloga Milagros Armas Arráez explica que “los críos también tienen este síndrome post-vacacional porque han de cambiar los horarios y las actividades que han llevado a cabo durante el verano y adaptarse a los madrugones y a todos los componentes estresantes que suponen los nuevos profesores y compañeros”.

Si en los adultos este síndrome se traduce en fatiga, insomnio o incluso ansiedad, los síntomas en los menores suelen ser menos acusados y no los exteriorizan de forma tan notoria. Además, hay que tener en cuenta que muchos niños están precisamente deseando que llegue septiembre para poder ponerse en contacto con otros chavales de su misma edad. “Muchos padres no saben cómo ocuparse de sus hijos en verano y la vuelta a la rutina termina convirtiéndose en algo deseado para toda la familia”, explica.

Precisamente son los padres los que no saben aceptar que ha llegado el momento de que su hijo abandone el nido y entre a formar parte de la comunidad escolar y en muchas ocasiones son mayores los llantos y lamentos de las madres que los de los propios afectados. “Es normal que el niño patalee el primer día de colegio, que monte un espectáculo, llore o vomite pero los padres no deben hacer caso a esas reacciones y le tienen que convencer de que en la escuela va a vivir algo bueno”, explica y recomienda que “nunca se ceda ante este tipo de comportamiento ya que si transigen y se llevan al niño, al día siguiente va a suceder lo mismo o peor”.

En este sentido, Milagros Armas dice que se nota mucho la diferencia entre los niños que han acudido desde bebés a las guarderías de los que no han salido nunca de casa porque los primeros están habituados a la separación de los padres y a realizar actividades en grupo, lo que favorece que se integren mejor a la hora de acceder al colegio. “Estos niños no se sienten abandonados por sus padres ni creen que no van a volver a recogerlos a la salida del centro escolar como los que siempre han estado debajo de las faldas de su madre”, argumenta.

En cualquier caso, el niño siempre buscará la fórmula que crea más efectiva para que sus padres no le dejen en el colegio. Lo que deben hacer los adultos es entender que no deben agravar el problema con frases como “qué mal lo voy a pasar sin ti” o “cómo te voy a echar de menos”. Esto va a provocar un sufrimiento añadido para los menores.

Sobreprotección

“Los hijos de padres superprotectores tienen más secuelas emocionales que los de padres que les han abandonado”, comenta la especialista. Lo que ocurre es que muchas mujeres abandonan toda su vida cuando son madres y ese abandono de su actividad social o laboral va a suponer que cuando tienen que llevar a su hijo al colegio sienten que “desaparece lo único que tienen en la vida y se sienten vacías”. A ellas les aconseja que vuelvan a descubrir sus aficiones y que recuperen todas aquellas cosas con las que disfrutaban antes de la maternidad. “Es algo así como cuando los hijos se independizan y los padres no se sienten capaces de asumirlo”, asevera.

De hecho, muchas de estas personas buscarán cualquier excusa para poder llevarse de vuelta a casa al colegio. “Tienen miedo de que peguen alguna enfermedad al chinijo, que le muerdan, que se ensucie...” explica la psicóloga que habla de estas madres como personas que van a inculcarle tantos miedos a sus hijos ante la posibilidad de que le pase cualquier cosa que sólo van a conseguir jóvenes y adultos inseguros y con problemas de ansiedad.

Acoso escolar

Para los niños más mayores la vuelta a clase no suele ser tan complicada y ven en el nuevo curso un momento lleno de posibilidades. Eso no quiere decir que los jóvenes no se preocupen por quiénes van a ser sus nuevos compañeros y cómo van a ser aceptados por ellos o que sientan ciertos temores, sobre todo, si van a cambiar de colegio o instituto.

Sin embargo, cuando los padres vean que sus hijos insisten en que no quieren ir a un determinado centro, deben estar prevenidos porque algo no va bien. La psicóloga dice que “en estos casos suele haber de fondo un problema de adaptación o de acoso”. Los adultos tienen que estar atentos a señales como un empeoramiento en las notas, falta de motivación en los estudios; tristeza al ir o volver del colegio o abandono de sus aficiones. Es más, la especialista alerta sobre posibles síntomas físicos derivados de este problema como mareos o palpitaciones que suelen ser síntomas evidentes de que el adolescente necesita ayuda.

¡Cuidado con el chantaje emocional de los chinijos en la vuelta al cole!
Comentarios