jueves. 15.05.2025

Por Andrés Chaves

1.- El pasado sábado amaneció de golpe; el sol tenía prisa por aparecer. El cielo quedó al descubierto y dejó ver su azul interminable. No había viento. Un mago aprovechó para quemar rastrojos y elevó una columna de humo blanco. El Teide parecía más montaña que nunca, enfilada hacia el firmamento. Hacía poco que se habían disipado los destellos del faro de Los Silos, allá lejos, y, extrañamente en el norte de Tenerife por esta época, el mar permanecía en una calma de lago. Estuve mucho tiempo observando el valle del sol. Me dijeron que, cada amanecer, las figuras de gran talla del belén de La Orotava cobran vida; la Virgen María va a la fuente y el Niño Jesús llora. El cepillo de San José suaviza la madera y los pastores cuidan sus ovejas, mientras aquel señor espera para poner una instancia a la autoridad. La Orotava mezcla la tradición con el día a día. No es un cuento; lo pueden ver si echan un vistazo a la plaza del Ayuntamiento, donde Isaac formaliza su guerra de moros y cristianos.

2.- La isla reverdece, a pesar de los augurios de sequía. Lo peor que tienen los meteorólogos es que no saben nada; hacen un pronóstico y el tiempo les toma el pelo. ¿Cómo va a poder predecirse una cosa que es de Dios? Sudan copiosamente los manantiales, tras la lluvia que esta vez dice el mago que cogió centro y empapó la tierra fértil de ese norte. El mismo norte en el que Carlos Acosta hace una metáfora con sus presuntas ignorancias, que no son tales sino sapiencias de intelectual recluido en una jaula de oro: Garachico. Yo escribo mirando al volcán con respeto. El Teide no se ha puesto el sombrero, luego no habrá viento al menos en unos días. Los meteorólogos no deberían llevarse de los satélites, sino del mago.

3.- El azul del cielo se hace contagioso y le pasa el color al mar, tan quieto, tan cercano. Habrá lapas en Casa Min ; y en Casa Gaspar, burgados. Habrá pescado en Casa Luis y alboroto en los muelles, en esta mañana cuando regresan las barcas de los hombres que no saben nadar. Valle del sol, que termina en una plataforma pedregosa llamada Puerto, que no es puerto. Se apagan las luces, una detrás de otra, mientras las figuras del belén animado de La Orotava se quedan quietas, esperando de nuevo las horas propicias para moverse. Carlos ha terminado sus versos y yo enciendo la Internet para enviar este artículo al periódico. Mañana será distinto. Casi es Navidad. Feliz Navidad.

achaves@radioranilla.com

Valle del sol
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