1.- Han montado unos blogs, o algo así, para ocuparse de mí (y de mis amigos y compañeros) todos los días, lo cual, lejos de producirme desazón, me causa infinita alegría. Los creadores de esos blogs son dos hermanos maricones, profesores asociados de la Universidad de La Laguna, que de vez en vez despotrican de todo lo que no les gusta -y hacen bien- en una emisora de marcado carácter gay, no sé si llamada Radio Cañaveral o Radio Retambufa, que da igual. Los dos mariconzones me insultan constantemente desde su blog, unas veces con acento argentino, otras con jabla alemana. Son políglotas, aunque yo diría más bien que son polículos. Estoy encantado de seguir siendo tan famoso; como ya he contado, suele ocurrir en las cercanías de las elecciones. Luego, como siempre pierden, se cansan y se van. Pero a mí, desde mi más tierna juventud, me ha ido la marcha, la controversia y el cachondeo, así que a los delgados -y a los gordos- los animo a que sigan en la brecha; porque, aquí, el que resiste gana. Yo me jubilo el 16 de agosto del 2012, pero estoy pensando que para qué me jubilo si todavía hay miles de personas que me leen cada día y unas cuantas que me ponen a parir. Ninguna merece que me vaya, aunque estoy deseando viajar a Benidorm con el Imserso, a ver si pesco viejas, almejas y caballas.
2.- Hay que ver las filias y las fobias que despierta este rinconcito del cucurucho de papel. Si Oscar Wilde decía que la literatura no se lee y el periodismo es ilegible, para ser ilegible no está mal. Los datos que conozco de la Internet dan un número de lectores de esta sección realmente asombroso. No me los merezco, ni a los que me leen para la loa, ni a los que me leen para la indiferencia, ni a los que me leen para la crítica, ni a los que me leen para limpiarse el culo con el artículo, como los hermanos maricones de esos blogs. Nunca en mi vida había estado tan en el candelabro, frase inmortalizada por Sofía Mazagatos, que debe de tener un índice intelectual similar al de los hermanos delgaduchos y pelujas.
3.- Parece mentira. Llevo tres días o cuatro sin escribir de política; es como si no hubiera elecciones el día 20. Las órdenes de Rajoy a los suyos son dejarlo todo como está, debido a la tendencia de las encuestas. Este país es imprevisible, pero no creo que vaya a ocurrir nada esta vez. No escribir de política me relaja, porque así puedo poner trampas a los enemigos hablando de mí mismo, como hacía Dalí . Saltan como perenquenes. No falla. Están a la mínima. No tengo noticias del seminarista gay de Las Palmas, debe de padecer el síndrome ronco/derrota, que es muy jodido. A ver qué va a ser de él cuando lleguen los de Soria . No se va a comer un rosco. Penita me da.
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