Por Andrés Chaves
1.- Uno de los placeres más vividos por quien escribe es la excursión nocturna por los puentes que conectan Manhattan con el resto del mundo, singularmente con el estado vecino de New Jersey. Lo he dicho alguna vez: si llevas un CD en el coche con "Moon River", en las lunas llenas del río la sensación de estar viviendo sus historias se hace más grande. Un río, y un río como el Hudson, imprime carácter a todo el entorno, lo condiciona. Nueva York vive a favor del río, que se hiela en invierno y que ha sido perforado bajo su lecho para comunicar las orillas con túneles que fueron obras de ingeniería. Los puentes son poesía y los túneles tinieblas porque siempre ha inspirado más el cielo que el subsuelo. Nueva York es ahora, en invierno, una ciudad azotada por el viento de esquinas que llega hasta el alma y que viene del río y te deja los huesos sin sentido. Nadie vive en las esquinas de Manhattan, sino que los sin techo, que cada vez son menos, porque se han muerto todos, buscan cobijo en el metro o en los escasos espacios que dejan los rascacielos, tan lineales, tan milimétricos, que no han sido diseñados para resguardar a nadie por fuera.
2.- En Nueva York sólo notan la crisis los residentes, o sea, muchos, porque los turistas llegan, dejan el dinero y se van. Ahora que el dólar le ha comido cierto terreno al euro las compras no son tan favorables, aunque allá todo es de verdad: hasta los outless que ofrecen la ropa de temporadas pasadas a precios ridículos. Los Estados Unidos serán el primer país que supere la crisis, porque también la han iniciado. Cae la nieve sobre Manhattan, predicha exactamente por los meteorólogos, hasta en sus más estrictas pulgadas de altura. Hacen sus previsiones sus conductores, toma posiciones la policía, comienza la gran ciudad a funcionar desde la madrugada, como un reloj.
3.- En los coches que circulan por las avenidas que bordean el río, los neoyorquinos están atentos a las noticias. A dos: a la economía y al tiempo que va a hacer. En la ciudad las noticias sobre el tiempo son tan sagradas como exactas. Nadie se tira a la calle desde los edificios, como en la crisis históricas; todo el mundo -hasta Madoff - quiere vivir. Es que los tiempos cambian que es una barbaridad. En la internet aparecen los vídeos de Obama , qué maravilla de realización, todo un hombre/símbolo de patriotismo y esperanza de cambio. Nadie sabe el mal que los Bush -padre e hijo- han hecho a su país y al mundo. ¿O sí lo sabe la gente? Obama es, sencillamente, el cambio; como lo fue Kennedy . Siempre un demócrata, casi nunca un republicano. Los puentes de Manhattan son poesía, con unos versos flexibles y bellos, como las tiras de acero que los sustentan. Apenas suenan sirenas en la noche de Nueva York porque las apaga el viento que viene del río y que hacía navegar a los viejos barcos de vela de los holandeses que primero llegaron a Manhattan. Llegaron por el Hudson, en las noches de luna llena.
achaves@radioranilla.com