sábado. 20.04.2024

Sería interesante analizar los resultados de una hipotética investigación realizada a través de mensajes de telefonía móvil, tan de moda en los concursos de televisión, en la que los votantes y no votantes expresaran libremente su parecer sobre la conveniencia o no de que los administradores políticos continúen en las instituciones de Lanzarote y Canarias, aunque así como se invierte en asaderos y fiestas preelectorales, seguramente aparecerían campañas contaminantes para invitar a marcar y salvar en vez de echar. Qué no hemos visto con tal de perpetuarse en el poder. La capacidad de asombro está casi agotada. Soy de los que piensa que por muchas ruedas de prensa que se hagan, a veces para cantinflear, y fotitos que se saquen y publiquen de aquí a mayo, será muy pero muy difícil intentar demostrar en tres meses lo que no se ha hecho en cuatro años. Si alguno o alguna piensa ‘esto no es conmigo', lo mejor que puede hacer es poner en una mano el programa electoral que comunicó en 2003 y en la otra el balance de ejecución ahora que estamos a pocos días de acabar legislatura. Los socios de estas empresas llamadas Lanzarote y Canarias tenemos derecho, como lo tiene cualquier socio de una empresa privada, a conocer detalladamente el estado de resultados. Un alto porcentaje de buena ejecución es la mejor propaganda que puede hacer un político para revalidar su permanencia, mucho más que despotricar de las formaciones rivales, que no es lo mismo que criticar; más que echarle la culpa a otras administraciones para tapar su incompetencia; más que gastar el dinero público para autopromocionarse; más que estar en los medios de comunicación un día sí y el otro también no diciendo nada; más que regalar souvenires; más que invertir en onerosas campañas publicitarias y más que utilizar cualquier estrategia para engañar a los ciudadanos. En la calle he escuchado hablar tan mal de los políticos como la andanada de quejas por segundo que oí sobre los servicios de salud mientras esperaba mi turno para cumplir una cita con un especialista en el Hospital General de Lanzarote. En la mente del vecino de pronto está todavía ese proyecto ambicioso e ilusionante que quizá determinó en su día el sentido del voto o las ideas frescas que lo sacaron del grupo de abstencionistas e inconformes, pero después de cuatro años de gestión, que se me antoja atrevido llamarla así en el caso de ciertas corporaciones, los desencantos son mayúsculos. La lista de incumplimientos, claro está, con excusas, es larga. Pero también es preciso recordar la responsabilidad que tenemos los electores en una jornada democrática, porque votar es un acto político que nos afecta más de lo que creemos. El coste de la cesta de la compra, la mejora del transporte público, nuevas dotaciones educativas y sanitarias, subvenciones para jóvenes emprendedores y proyectos de viviendas sociales dependerán de la acción u omisión de los representantes elegidos. Entonces, si visionamos el verdadero alcance de un voto nos daremos cuenta de la insignificancia de las prebendas.

Marca el 555... y echa a un político
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