Este martes nuestro compañero Miguel Ángel de León rebautizaba en nuestra emisora de radio, la 95.8, a la presidenta del desgobierno insular como “Mela Polo”, por esas ansias de viajar que le han entrado de repente. Como sabemos que de su viaje a China no va a traer la pólvora, como sí hiciera en su tiempo el explorador veneciano, tenemos que pensar que algo nos tendrá que traer. Y no nos referimos precisamente a un regalo del lejano oriente para nosotros. Ni mucho menos. Sabemos que hace tiempo que hemos dejado de formar parte de la consideración de Doña Manuela (o Mela). En su tiempo sí, cuando, cual plañidera otoñal (que diría el ínclito secretario de Incomunicación socialista Miguel González) venía por esta casa suplicando ayuda para eliminar de la faz de la tierra al terrible Picudo Rojo. Por eso sabemos que a nosotros no nos va a traer ningún regalo. Eso sí, nos cuentan nuestras fuentes bien informadas que se ha comprometido con determinado compañero de corporación a traerle algo, un encargo. ¿De qué encargo se trata y quién es el misterioso compañero de corporación? Se lo contaremos otro día, que ahora estamos liados con otras cosas. Sobre todo con atender la avalancha de comentarios y llamadas de nuestra pequeña audiencia relativos al viaje en cuestión. Parece que casi todo el mundo coincide en lo inapropiado del viaje de Doña Manuela (o Mela) a China, incluyendo a algunos que la defienden con la boca chica en determinados foros y la ponen a parir con la boca grande en determinados ambientes. De momento, como primeras consecuencias políticas, saben que Doña Manuela (o Mela) se perdió la reunión del Consejo de Administración de la Autoridad Portuaria, perdiendo así la generosa dieta que cobra y perdiendo sobre todo la oportunidad de reclamar al señor Sánchez Simón lo que en justicia le corresponde a nuestro olvidado puerto. Pero a ella las necesidades del puerto y las del pueblo de Lanzarote parecen traerle sin cuidado. Donde esté un buen sorbo de sostenibilidad que se quiten todos esos líos. También, como saben, se perdió un importantísimo encuentro de la Federación Canaria de Islas, la FECAI, en el que, nada más y nada menos, se abordó un asunto tan vital para Lanzarote como es el tema de la Ley de Medidas Urgentes y el futuro territorial del Archipiélago. Pero fíjense hasta qué punto llega la desidia de Doña Manuela (o Mela) y su grupo que mientras su partido y los cabildos de La Gomera, El Hierro y Gran Canaria pidieron la retirada de la Ley, ellos estaban a verlas venir. Lo más llamativo del caso es que el presidente del Cabildo de Gran Canaria, José Miguel Pérez, que es de su mismo partido (al menos que nosotros sepamos si es que Doña Mela no se ha hecho comunista de repente en China), se ausentó del encuentro mantenido en el Parlamento regional pero envió un acuerdo plenario de su corporación en el que se solicita la retirada de la medida que defiende Berriel. Es decir, sabía que iba a faltar a la cita pero antes hizo los deberes. ¿Qué hizo Doña Manuela (o Mela), vendrá luego de la China Popular y nos volverá a soltar un sainete en contra de la Ley de Medidas Urgentes cuando no ha sido capaz de defender la postura de sus compañeros?
Echamos en falta, eso sí, que alguien, o la propia Doña Mela Polo -que saben que es muy aficionada a escribir todo tipo de cartapacios-, nos relate sus aventuras por el lejano oriente. No estaría mal que le crearan un blog en la página oficial del Cabildo para relatar el día a día de su interesante e imprescindible visita. Nosotros nos comprometemos a leerlo, y a lo mejor incluso le creamos una "redirección" para enviarle a algunos de nuestros lectores.
Como dos semanas dan para mucho, suponemos que nuestra presidenta se seguirá perdiendo cosas, entre otras las elecciones en las distintas asambleas de su en teoría partido. ¿No va a participar en el proceso, ya está tranquila una vez que López Aguilar la ha incluido en la Ejecutiva regional nada menos que como coordinadora de la Secretaría de Cabildos, se enterará por la prensa de la presentación de la candidatura de su querido sector “espinista”? ¡Vaya tela!