Entre las cosas negativas que hay que extraer de los dos días de lío que estamos viviendo en Lanzarote, una isla tranquila donde las haya en la que jamás sucede nada, está el tema de las filtraciones. En mayo del año pasado pocos ciudadanos alcanzaron a comprender cómo el lunes por la mañana había dos televisiones nacionales sin delegación en Canarias apostadas en la puerta del Ayuntamiento de Arrecife cuando todavía no había sido intervenido por la Guardia Civil: Cuatro y La Sexta. ¿Quién avisó a estas dos televisiones, por qué además se avisó precisamente a estas dos televisiones de línea editorial bastante próxima al PSOE? Buena pregunta que desde luego nadie ha respondido hasta el momento.
Sin ser tan descarado, este lunes ha ocurrido algo parecido. Había algún/os medio/s que había sido avisado, que había sido perfectamente informado incluso del número de detenciones que se iban a producir y de los protagonistas de las mismas, imaginamos que para conseguir que salieran perfectamente retratados, como así fue. ¿Quién dio semejante información, con qué intención se hizo? No lo sabemos, aunque nos lo podemos imaginar.
El tema de las filtraciones es el pan nuestro de cada día en el periodismo. Sin filtraciones los periodistas jamás podríamos aventurarnos más allá de lo obvio. Siempre tiene que haber alguien que facilite un documento o una información inaccesible, que es precisamente lo que ha ocurrido en esta ocasión. Con el paso de las horas la cosa fue cambiando, y la información y las fuentes informadoras se fueron desparramando en varias direcciones, incluso creemos que confundiendo en no pocas ocasiones a aquellos que tenían que elaborar deprisa y corriendo las noticias. El periodismo de hoy en día es un periodismo de prisas. Los digitales obligan a los redactores a escribir sin pensar, y así ocurre lo que ocurre. Insistimos en que los que filtran sabrán por qué lo hacen, y si es honesto hacerlo.
Ahora bien, también hay que significar algo grave: en el disparatado devenir de la actividad periodística de Lanzarote nos encontramos cada día perlas del tamaño del icono que quiere construir el señor Cortezo, en especial dentro del juicio mediático que algunos ya hicieron en la primera fase de la Operación Unión y que ahora, es verdad que con bastante más suavidad, pretenden hacer. El debate sobre la presunción de inocencia o la presunción de culpabilidad quedó resuelto con el lamentable espectáculo que se dio en el caso de Diego, ese joven de 24 años martirizado y quemado vivo en la hoguera de la inquisición en la que nos hemos convertido los medios de comunicación y esta sociedad nuestra ávida de sangre y carnaza. No nos engañemos: la sangre vende periódicos, da audiencia a las radios y a las televisiones. Si el caso de Aminatu nos tiene que llenar de vergüenza a todos los que vivimos en este país, qué decir del caso de este muchacho al que se le acusó nada menos que ser el responsable de la violación y muerte de una niña de tres años. Los tremendos errores en cadena detectados gracias al buen trabajo del médico que hizo la autopsia de la niña abrieron un más que interesante debate que sólo se ha trasladado a los medios de comunicación, los únicos que pedimos disculpas públicas por haber contribuido al linchamiento de un inocente.
En los medios de comunicación deberíamos ser muy cuidadosos a la hora de dar a conocer ciertas informaciones, escrupulosos en algo que nos parece básico, la publicación de la imagen de un posible inocente, que no un posible culpable. No entendemos por qué además a algunos detenidos se les protege enormemente y a otros se les saca esposados delante de todos los medios para que puedan retratar perfectamente su careto. Todos los detenidos deberían tener el mismo trato, no se pueden hacer excepciones.
El tema de la Operación Unión continúa en fase de instrucción, y habría que ser muy prudentes a la hora de enjuiciar lo que se desconoce. Otra cosa distinta será cuando se abra nuevamente el secreto del sumario y sepamos exactamente de qué se acusa a cada uno de los implicados y qué es lo que se supone que han hecho.