Lo que ocurre en Lanzarote resulta ciertamente insólito. Llevamos unos tres lustros hablando de la necesidad de que la Isla en general y su capital en particular cuenten con un auditorio o palacio de congresos. El nombre es lo de menos. Desde los tiempos de Antonio Castro Cordobez como sempiterno consejero de Obras Públicas el Gobierno regional incluía en todos sus presupuestos una partida para tal menester. Fray Escoba, que es como cariñosamente conocemos por estos lares al político palmero, incluía la partida (en tiempos de la peseta eran 500 millones) año tras año convencido de que en Lanzarote íbamos a ser incapaces de ponernos de acuerdo sobre la ubicación del edificio, el tipo de obra y el quién y cómo debía ceder el solar correspondiente. No se equivocaba el astuto consejero. No nos poníamos de acuerdo y la partida se perdía. El dinero, como es lógico, iba a otra isla donde sí se ponían de acuerdo. Pues bien, en el momento en el que entró en el Ayuntamiento de Arrecife alguien con ganas de arreglar el asunto como fue el ex pilista Antonio Hernández, la cosa cambió. Ya había suelo, había proyecto, y había solución. Lo que no hubo entonces fue dinero.
Una tomadura de pelo histórica que hemos tratado de resumir en un puñado de líneas que tienen su punto culminante en el vergonzoso cartel que colocó Rita Martín cuando fue consejera de Turismo del Gobierno de Canarias. Vergonzoso porque durante años nos han anunciado algo que no existe, una obra que no se va a realizar. Al menos no como teníamos pensado que se iba a hacer.
Lanzarote es la isla de los secretos, y alguien parece empeñado en preservar uno. Según nos han contado, parece que el cartel que anuncia la nada no se va a quitar porque hay intenciones de construir finalmente el palacio. ¿Cómo?, se preguntará cualquiera que haya mirado los presupuestos generales de la Comunidad para el próximo ejercicio, ¿con qué dinero si no hay partida asignada? Pues bien, sin que hasta la fecha ni un solo representante público o privado haya dicho esta boca es mía, y según las fuentes que nos han trasladado la historia, parece que se quiere llegar a una especie de acuerdo para que la obra se financie con capital privado a cambio de una concesión en la explotación. Es decir, una fórmula parecida a la empleada para desarrollar la obra de los aparcamientos del Parque Islas Canarias.
Nos cuentan que ha habido conversaciones entre el Gobierno de Canarias y los representantes de la Cámara de Comercio de Lanzarote, conversaciones que evidentemente no han trascendido a la prensa. ¿Por qué se oculta esto si finalmente se va a hacer así, por qué se ha abandonado de pronto la idea de que la obra se financie al cien por cien con capital público y sea de explotación pública, vale como excusa la crisis económica para todo?
Como de momento es un rumor, fundamentado lógicamente en fuentes de absoluta solvencia, lo metemos en esta particular sección del periódico, y lo hacemos con cierto grado de indignación. ¿Qué harán cuando confirmen la noticia, tratarán de vender que ha sido una idea espontánea que no ha sido masticada y cocinada en el tiempo? ¿Qué tipo de concurso se hará para la adjudicación de la obra, en qué condiciones se hará, es casualidad que en el último pleno de Arrecife se llevara la modificación definitiva de la parcela en la que se tendría que construir el edificio, Cándido Reguera sabe algo de esto, vuelven a jugar con la población, siguen creyendo nuestros representantes políticos y empresariales que somos bobos?
Y que conste que ni estamos a favor ni en contra de la idea. Estamos en contra de que este tipo de asuntos se lleven bajo el secreto del sumario que unos pocos decretan. Si se confirma, les contaremos la segunda parte de la historia. Si no, seguiremos esperando a que aparezca en algún presupuesto del Gobierno canario la partida correspondiente.