¡Coño!, resulta ser que el Sarapico y la Calandria están que arden porque critican -(malos que son los periodistas)-sus omisiones, sus gandulerías, sus comilonas, sus cuchipandas y no sabemos si también sus inclinaciones kamasutristas, en fin que esta joya de no sabemos qué extraña corona quieren hacer y deshacer sin que nadie las moleste y además cobrando sustantivo dinerito por eso, por no hacer nada. Claro que es mejor, dada sus incapacidades, que no den palo al agua porque si así fuera o fuese tendríamos que depurar rápidamente el H2O.
Hay que decir con carácter de urgencia que los avechuchos de referencia anidan en hogares separados oséase que no son de la misma especie sexual, que quede claro para evitar querellas si la hubiera o hubiese.
Por cierto, y sin que nada tenga que ver con lo anteriormente expuesto digamos que Astrid Pérez y su compañero de partido en el Cabildo , Francisco Cabrera, están tras una curiosa huella que puede dar mucho de qué hablar, y es que no todo lo que reluce es oro, también hay algún que otro moro. ¡Ah!, que quede bien claro que San Juan bajó el dedo así es que ya se pueden hacer realidades hasta los sueños del decrépito Picudo Rojo, animalejo este de difícil extinción y si no que se lo pregunten a las palmeras, bueno a las palmeras que no a las féminas de La Palma.