Corren malos tiempos para la política. Es indudable que la sociedad de la crisis de comienzos del siglo XXI está hasta el moño de sus representantes públicos, a los que culpa de todos sus males. O de casi todos. No es extraño. Ocurre desde que el mundo es mundo. ¿Alguien cree que en 1789 los franceses habrían llevado a la guillotina a sus aristócratas si la población hubiera vivido bien, si en lugar de pasar hambre todos hubieran tenido las despensas llenas y las necesidades básicas y no básicas cubiertas? Está claro que no. Y eso ocurre ahora, que una sociedad adormecida durante años por el becerro de oro reacciona, y no quiere ver ni en pintura a sus particulares aristócratas, que no son otros que los privilegiados políticos instalados ahora menos cómodamente en partidos e instituciones públicas.
Dicho esto, estamos en condiciones de adelantar que todavía hay gente dispuesta a hacer que cambie la percepción de los ciudadanos sobre esos otros “ciudadanos” que les representan en las instituciones. Está en marcha una idea (de momento sólo es una idea) de un grupo de personas que parecen dispuestos a crear un nuevo partido político. Sí, muchos pensarán que se trata de otro grupo de iluminados que surge como los ojos del Guadiana poco antes de unas elecciones para intentar hacer lo mismo que han hecho otros. Se equivocan. Si cuaja la idea, si la gente que la fomenta y la moldea sale a la luz pública, cosa que podría ocurrir no demasiado tarde, se van a sorprender.
Este grupo de ciudadanos, casi todos ellos empresarios de éxito, quiere un cambio en Lanzarote. Un cambio radical de formas de concebir la política, especialmente en lo que se refiere al esfuerzo por crear una sociedad mejor y más justa, una Lanzarote que esté a la altura de lo que sus ciudadanos merecen, que huya de la confrontación y que trabaje en el desarrollo sostenible de iniciativas que generen ilusión y empleo. Gente que no acuda a lo público para servirse, sino para servir, que no busque subvenciones para sí, sino para los demás. Gente que luche, que reivindique y que se mueva. ¿Utopía o realidad? Habrá que esperar un poco para comprobarlo.