Lo adelantó este lunes en primicia informativa Agustín Acosta en el programa “El Despertador” de Lanzarote Radio, lo confirmó este diario a través de su edición digital y lo ratificamos en la edición impresa. Este miércoles abandona Lanzarote el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, su esposa, Sonsoles Espinosa, y sus dos hijas, después de haber pasado, tal y como han comentado a todos aquellos que han estado a su alrededor estos días, unos días maravillosos de sol, playa, lectura y descanso. Ha sido una visita corta, llena de contratiempos, como los terribles incendios de Galicia o la no menos terrible oleada de inmigrantes irregulares que están invadiendo Canarias en primera instancia, aunque ya sabemos, porque nadie tiene que venir de fuera para recordárnoslo, que muchos de ellos terminan en la Península.
Ya explicamos en su momento que en este país llamado España y en esta Comunidad llamada Canarias la crítica fácil y sencilla funciona a las mil maravillas, porque nos cuesta mucho menos poner verde al vecino que alabar cualquier cosa que haga, cualquier cosa que haga bien, se entiende. Algo más o menos así ha sucedido estos días con la visita del presidente del Gobierno y su familia a Lanzarote, lugar que han escogido por segundo año consecutivo para pasar las vacaciones.
El año pasado ya se dijo también por activa y por pasiva que el presidente socialista había escogido Lanzarote por varias razones: la primera, para desmarcarse del habitual y casi obligado paso por Baleares, lugar en el que últimamente estaba veraneando el anterior presidente, José María Aznar, invitado por algún amigo empresario; la segunda, para evitar precisamente que ningún empresario se tuviera que ver en la “obligación” de acarrear el tremendo gasto que supone la estancia de un presidente de Gobierno y su séquito en cualquier lugar; la tercera, y teniendo en cuenta que para no ser invitado por ningún empresario tendría que ir a un alojamiento que fuera patrimonio nacional, sólo Lanzarote y el Parque de Doñana reunían estas condiciones; la cuarta, que Zapatero tiene una especial relación con Canarias, desde que le dio suerte tanto de cara a su elección como secretario general del Partido Socialista (PSOE) como en su carrera hacia la presidencia del Gobierno... Es obvio que existen quintas y sextas razones, pero no hace falta enumerarlas.
Que José Luis Rodríguez Zapatero se fijara en Lanzarote para pasar sus vacaciones ha sido y esperamos que siga siendo una magnífica noticia para Lanzarote en particular y para Canarias en general. Que el presidente de un Gobierno decida descansar aquí significa, sobre todo cuando repite por segundo año consecutivo, que Lanzarote es un destino turístico apetecible, un lugar tranquilo en el que además de descansar se pueden hacer muchas otras cosas. Lógicamente, a competidores nacionales como Baleares no les hará demasiada gracia, como no le hará demasiada gracia a competidores internacionales como Egipto, el Caribe o Marruecos. A los que nos tiene que hacer mucha gracia es a los de aquí, a los que vivimos en Canarias, porque se trata, insistimos una vez más, de una publicidad gratuita tremenda, a la que si se pusiera precio, probablemente no habría dinero suficiente para pagarlo. Sólo debemos acordarnos del dineral que se gastó Tenerife para traer al ex presidente Bill Clinton a hacerse un par de fotos y a darle a la pelotita de golf, y estamos hablando de un hombre que ya está retirado de la primera línea de fuego.
Dicho todo esto, no cabe duda de que existen aspectos de la visita que pueden ser criticables, y no nos referimos al tremendo y magnífico despliegue de seguridad que han realizado de forma conjunta la Unidad de Intervención Policial (UIP) de la Policía Nacional y la Guardia Civil. Está claro que a muchos ciudadanos les puede parecer mal que el séquito del presidente supere lo sensato. También les puede parecer mal que la familia presidencial no acuda a los establecimientos de la zona, cosa que se dijo y que finalmente no fue cierta, como también podía molestar el tremendo bulo que corrió sobre los dieciséis cocineros que jamás vinieron a Lanzarote. Les puede parecer mal que la casa en la que va a descansar, La Mareta, se encuentre claramente invadiendo la costa, cosa que evidentemente no es achacable a la familia presidencial... Se pueden criticar muchas cosas, pero lo que nadie puede decir es que la estancia de Zapatero y su familia perjudica a Canarias, sobre todo cuando ha estado aquí comprobando los efectos de la masiva llegada de inmigrantes irregulares, lo que imaginamos que le habrá dado alguna idea para tomar decisiones firmes desde Moncloa.
Este año ha habido pocas anécdotas que contar sobre la visita: su llegada a algunos lugares donde fue recibido con todos los honores, su espectacular entrada y salida del Multicine Atlántida para ver en una primera ocasión “Poseidón” y en una segunda “Los piratas del Caribe”... Por lo que se refiere a las anécdotas políticas, un clásico que a algunos no les hizo gracia pero que a nosotros sí, y sabemos que al presidente también. Nos referimos al consejero de Alternativa Ciudadana (AC-25M), Pedro Hernández, el cual, después de aparecer vestido de chapapote el año anterior, había generado una notable expectación entre el séquito del presidente. Al final, en cholas, con bañador y una camiseta con el conocido eslogan en contra de las prospecciones petrolíferas saludó a Zapatero, quien, como es lógico, se acordaba perfectamente de él. ¿Volverá el próximo año? En este diario esperamos que sí.