viernes. 19.04.2024

Cualquier persona de bien debe entender que es una terrible noticia que la banda terrorista ETA anuncie el fin de su particular “tregua” volviendo a matar, como suele ser habitual, como lo hacen los cobardes, por la espalda, sin dar opción a la víctima, y eligiendo encima una víctima joven y sin posibilidad de hacer frente a los asesinos. Estaba claro que ETA quería participar de un modo u otro en estas elecciones. Como políticamente no ha podido porque el Gobierno socialista se dio cuenta -puede ser que tarde- de que no iba a ninguna parte con el diálogo con los terroristas, lo ha hecho asesinando a Isaías Carrasco, un ex concejal socialista de 43 años que vivía en Mondragón y que procedía del pueblo zamorano de Morales de Toro.

Lamentablemente, para muchos españoles la escena de este viernes les hizo revivir lo ocurrido hace cuatro años, el 11 de marzo de 2004. Últimos días de campaña y una brutalidad increíble, con la crueldad añadida de que se produjo ante los ojos de la hija de la víctima, que en su vida podrá olvidar una vileza de este calibre. Es en estos momentos cuando hay que acordarse de las víctimas, de personas como esta niña que han sufrido los horrores de esta guerra de locos.

Teniendo en cuenta el día en el que se produjo, otros muchos ciudadanos, por qué no reconocerlo, pensaron en a quién puede beneficiar electoralmente este asunto. Nosotros nos negamos a entrar en este análisis. No puede ni debe beneficiar a nadie algo así. Nadie debería cambiar su voto por lo ocurrido. No entendemos por qué inmediatamente se mezcla este asunto con la política electoral. Nos pareció muy bien que se suspendieran todos los actos de campaña previsto. Y ahí tiene que quedar el asunto. Nada más.

De vez en cuando tenemos que salir del particular ombligo del mundo en el que todos vivimos (más si es usted habitante de una pequeña islita perdida en medio del Atlántico) para analizar lo que ocurre fuera. Y fuera siguen cayendo chuzos de punta. Ahora ETA vuelve a matar; no que vuelve a las armas, porque esas nunca las dejó, sino que ya mata de nuevo. Qué terrible noticia. La pregunta que sí hay que hacer con carácter político es quién tiene la culpa de que ETA vuelva a matar. La respuesta no es sencilla, aunque los principales culpables, que no los únicos, son los hombres y mujeres (en muchos casos críos) que están en estos momentos aprendiendo a pegarle un tiro en la nuca a alguien. La propia ETA se encargó de exhibir un vídeo en el que se veía cómo se entrenaban para esta práctica. Ahora, no se le puede en ningún caso eximir de responsabilidad a nuestra clase política, a la de Madrid y a la de Euskadi. Han cometido tremendos errores que han impedido liquidar para siempre a la organización de los asesinos. Y hay pruebas de que incluso había deseo entre muchos independentistas convencidos de que acabara la violencia y se pasara definitivamente a la acción política.

Parece increíble que todavía se dé por hecho que los votos de los electores están directamente relacionados con estos acontecimientos. El tiempo nos ha demostrado que no hay nada más impredecible que unas elecciones. Y no lo decimos sólo porque se pueda producir un atentado terrorista como el del 11-M unos días antes y cambie todo lo previsto. Lo decimos porque ningún sociólogo ha conseguido hasta el momento determinar el modo de conseguir orientar de forma atinada el voto de la gente, o de adivinar hacia dónde caminan las tendencias reales. Menos en un país de mentirosos como es España. Lo hemos visto en estas últimas elecciones locales y autonómicas. Por eso es bastante absurdo afirmar que el PSOE perderá las elecciones generales porque ETA ha matado a alguien, o decir que las va a perder el PP. Si las pierden, desde luego, no será por eso. Será por otras cosas.

No cabe duda de que el Gobierno socialista ha realizado una política antiterrorista que en poco o en nada se parece a lo que ellos mismos apoyaron cuando estaban en la oposición y era el Partido Popular (PP) el que gobernaba. Lejos están los tiempos en los que José Luis Rodríguez Zapatero ofreció crear un frente común que derivó en algo tan práctico para luchar contra la banda como fue la Ley de Partidos. Los afines al PSOE hablan del tema de forma curiosa. Dicen que el “arraigado optimismo” del presidente le llevó a creer que el milagro era posible. Nos intentan hacer ver que Zapatero es bobo, y de bobo creemos que tiene poco. Lo que le ha pasado al presidente es que ha podido más su deseo de pasar a la historia como el mandatario que resolvió el que ha sido durante años el principal problema de los españoles en sus primeros cuatro años de gobierno que la lógica y el sentido común.

En el PP, donde como siempre han fallado las formas y ha fallado la estrategia, centrada en un excesivo acoso y una machacona insistencia sobre asuntos que realmente no eran importantes, han tenido razón al cuestionar no sólo los contactos mantenidos con los terroristas por parte de dirigentes del PSOE sino por parte del propio Gobierno. Incluso después de que les saliera rana el atentado de la T4 en Madrid y murieran dos inocentes que lo único que hacían allí era descansar para continuar con su jornada de veinte horas. No quisieron que ocurriera, porque todavía tenían esperanzas de que el Gobierno central colara la mayoría de las listas que pretendían presentar a las elecciones. Han tenido razón sobre todo los del PP al criticar la subjetiva forma de aplicar la Ley de Partidos en las últimas elecciones en el País Vasco, dando cobertura nuevamente al entorno de Batasuna, al entorno de ETA. Porque, que nadie se engañe, el principal y casi único objetivo de ETA y de Batasuna era regresar a las instituciones, de las que no sólo obtenían representación sino un poder casi ilimitado para controlar lo que ocurre en el maravilloso territorio que conforman Vizcaya, Álava y Guipúzcoa. No es casualidad que en Mondragón gobierne ANV, ni es casualidad que su alcaldesa no supiera que hacer tras el atentado.

La desunión de los dos principales partidos de España ha fortalecido a la banda terrorista, que es evidente que ha pasado por sus peores momentos desde que surgió en un entorno tan hostil y en el que estaba evidentemente justificado el combate como fue el Franquismo. ETA ya no es lo que era, por fortuna para todos. Eso no quiere decir que no tenga capacidad para matar. Por desgracia, matar es bastante sencillo, como sencillo es salir de la cárcel después de haber matado a más de veinte personas. Si no que se lo digan a De Juana Chaos.

Rodríguez Zapatero pidió unidad a los partidos para luchar contra el terrorismo. El PP le pedía que rectifique su política. Tal vez sea un poco tarde para ambas cosas. Se ha perdido una oportunidad casi única de terminar con el suplicio, y los responsables deberán rendir cuentas. Si no ahora, sí a la Historia. Ahora no nos queda otra que esperar el siguiente atentado, si es que nuestros Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado no lo impiden antes, cosa que esperamos y deseamos que se produzca. Eso sí, nada de esto vale para que la gente dé por hecho que el PSOE va a perder las generales. El PP y aquellos que quieren que los socialistas no vuelvan a gobernar cometerían un grave error si confiaran en algo así. No sería el primero ni el último. Ahora, este asesinato debe servir para que algunos reflexionen. Salga quien salga el domingo elegido para estar en La Moncloa, debe haber consenso, firmeza y combate con las armas del Estado de Derecho.

ETA vuelve a marcar las elecciones
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