Nos habíamos prometido no dedicar el artículo editorial del periódico durante un tiempo al drama continuado y repetido de la inmigración irregular. Hemos sido incapaces de cumplir el compromiso, no por nuestra culpa, por la culpa de los que llevan todo el verano empeñados en que no hablemos de otra cosa. Parece que sólo preocupa en Canarias lo que está sucediendo con la inmigración irregular y con las miles de persona que arriesgan su vida para llegar aquí en patera o en cayuco como paso previo al verdadero destino que persiguen, que no es otro que el Viejo Continente.
Este lunes dos pateras llegaron alrededor de las 5.30 horas a la provincia de Las Palmas. La primera arribaba con 10 personas de origen marroquí, entre ellos un menor, al muelle de Arguineguín, en Gran Canaria, mientras que la otra embarcación, con 37 subsaharianos, lo hacía en Tías, frente al Centro Comercial Atlántico, es decir, en pleno corazón del veraneo turístico. Cuatro de las personas que llegaron en la patera fueron trasladados de inmediato al Hospital General de Arrecife en ambulancia, donde se les atendió de síntomas de taquicardia, hipotermia y deshidratación.
Es un ejemplo más de lo mucho que está dando de sí este tremendo verano, en el que al margen de los incendios sufridos en Galicia no hay otra noticia más importante en todo el país que la frustrante avalancha que está sufriendo el Archipiélago.
Los políticos comienzan a moverse, al menos algunos de Canarias. De hecho, el secretario de Organización de Coalición Canaria (CC), José Miguel Barragán, insistió este lunes a través de un comunicado de prensa enviado a este diario en denunciar la “extrema gravedad del drama de la inmigración en el Archipiélago” tras la llegada a las islas de más de 1.200 personas a bordo de cayucos durante el pasado fin de semana y advirtió que la situación de emergencia podría agravarse si se cumplen las previsiones que apuntan que las buenas condiciones climatológicas facilitarán la desprotección de las fronteras canarias.
José Miguel Barragán lamenta en su escrito el tardío despliegue diplomático activado por el Gobierno central, a pesar de las reiteradas denuncias y llamadas de atención realizadas por Coalición Canaria y el Gobierno de Canarias sobre el drama que, lamentablemente, ya se vive en casi todas las islas del archipiélago ante la insistente llegada de cayucos a las playas y puertos de las islas.
Para CC, como ya dijo su presidente, Adán Martín, es urgente la necesidad de que se conforme un “gabinete de crisis” integrado por todos los Ministerios implicados y el propio Gobierno de Canarias ya que “la gravedad del problema exige que el mismo se constituya con inmediatez y no haya que esperar a que finalicen las vacaciones del presidente y de los ministros”. Y claro que es urgente, es urgentísimo. Si no el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, que tiene que seguir cogiendo fuerzas en Lanzarote, sí que cualquier otro miembro del Gobierno se tendría que haber puesto ya manos a la obra para buscar una solución real.
Parece que ese no es otro que Alfredo Pérez Rubalcaba, el ministro del Interior. Después de su oportuna visita a África -oportuna en el tiempo y en el espacio, no sabemos si en los resultados-, anunció que en los próximos días llegarán a Senegal un helicóptero y dos patrulleras de la Guardia Civil para participar en patrullas conjuntas que tendrán como misión el control de los inmigrantes que salen de ese país hacia Canarias.
En una comparecencia ante los periodistas después de reunirse con su homólogo senegalés, Ousmane N Gom, el titular de Interior explicó que la Guardia Civil colaborará con las Fuerzas de Seguridad de este país africano en el control de sus aguas territoriales, de modo que las embarcaciones de los inmigrantes sean detectadas antes de abandonar las mismas. Por su parte, el ministro senegalés agradeció la ayuda española, pero recordó que la inmigración ilegal es un "drama humano" y que tiene que ser abordado como tal. N Gom añadió que, además de establecer medidas de vigilancia, es preciso ofrecer a los jóvenes que emigran alternativas de futuro en su país, y reclamó la colaboración europea para financiar el llamado "programa Reva", destinado al desarrollo agrícola y ganadero.
Al señor N Gom no le falta razón, ni mucho menos. El drama de la inmigración irregular es un drama humano, y como tal tiene que ser abordado. No hay que perder nunca de vista que no se está tratando con delincuentes, sino con personas. Ahora, eso no quita para que una Comunidad como Canarias tenga que evitar como sea pagar los platos rotos del desmadre político, social y económico que se vive en el continente.