Había malos augurios. El hecho de que Yulisa Antonia Pérez Altagracia no hubiera sacado el dinero del cajero automático como le pidió su madre, y que desapareciera desde entonces, hizo sospechar lo peor. Y lo peor se confirmó este martes, cuando se supo que la joven dominicana de 18 años desaparecida desde el pasado jueves había aparecido en una zona ya habitual, en el vertedero de Argana Alta, en Arrecife. Como saben los lectores de la edición digital de este diario, que se colapsó a lo largo del día para ir conociendo la puntual información que fue ofreciendo nuestro compañero Ricardo Jordán, Lanzarote tiene que lamentar y lamenta un nuevo y terrible asesinato, esperamos, porque todavía no se ha condenado a nadie, que esta vez sí resuelto, esta vez con un culpable o culpables detenido o detenidos, juzgado o juzgados y condenado o condenados.
La última hora de este martes nos llevaba a un principal sospechoso, el padrastro de la joven, Antonio Ferrerira M., quien prestó declaración por segunda vez tras ser localizado sobre las 14:00 horas en el domicilio familiar de la calle Mina, en Los Geranios, después de que el cadáver de su hijastra fuera hallado a primera hora de la mañana en el extrarradio de Arrecife. Según fuentes policiales, el padrastro, de origen portugués y que lleva algunos años con la madre, acudió este martes hasta el domicilio familiar, unas cuatro horas después del hallazgo. Allí le esperaban efectivos policiales para interrogarle por segunda vez. Nada más percatarse de su presencia, enfurecidos, varios familiares de la víctima se abalanzaron sobre él, teniendo la Policía Nacional que emplearse a fondo para sacar al sospechoso de las inmediaciones de la vivienda.
Y es que en estos casos, por muy duro que parezca, no se puede aplicar la justicia inmediata del ojo por ojo, hay que confiar, porque vivimos en un país democrático en el que impera el estado de derecho, en la justicia.
Lo que es evidente es que la aparición del cadáver de Yulisa ha vuelto a reabrir el debate sobre la seguridad de la isla de Lanzarote. Decenas de personas enviaron mensajes a nuestro foro de opinión planteando esta cuestión, hablando de la pérdida de tranquilidad de Lanzarote, del incremento de la violencia, del excesivo y progresivo aumento poblacional que amenaza con destruir de forma definitiva el concepto idílico de la isla tranquila que siempre fue. ¿Hay motivos para la alarma? Los hay, sin duda, son demasiadas las muertes que se han producido de forma violenta en muy poco tiempo. Un territorio tan pequeño como Lanzarote no puede ni debe soportar algo así, porque estadísticamente no sucede en otros rincones similares de la geografía española. ¿Por qué sí en Lanzarote, qué está sucediendo?
Son muchas dudas y muchas incertidumbres que alguien debería resolver, empezando por hablar de nuestro sistema de seguridad y vigilancia, de la eficacia de nuestros Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. Hay que recordar que una vez fue un ciudadano y no un agente del orden quien encontró el cadáver. Hay que recordar que Lanzarote tiene una población que requiere de mayor atención en seguridad. Y podemos estar hablando de un crimen que nada tenga que ver con la delincuencia habitual, lo que no justifica que no se reabra un debate que preocupa y mucho a la sociedad lanzaroteño.
Hay que recordar que el consejero de Presidencia, Justicia y Seguridad del Gobierno de Canarias, José Miguel Ruano, aseguró recientemente que el aumento de los índices de delincuencia en Lanzarote y Fuerteventura son “muy graves”. En la primera, en el último año, el número de expedientes incoados creció un 20,68 %, mientras que en el partido judicial de Puerto del Rosario fue del 39,69 %.
¿Es en estos momentos Lanzarote una isla segura? Si atendemos estrictamente a las noticias que un día sí y otro también tenemos la obligación de publicar en este diario, la respuesta es no. Sin embargo, abordando un tema de tanta importancia hay que hacer un análisis sereno y sosegado, sin extremismos y sin exageraciones. Lanzarote en general es una isla segura, pero cada vez menos. El crecimiento poblacional que ha experimentado en los últimos años y el cambio de costumbres introducido en una sociedad tradicionalmente tranquila y pacífica han provocado una mutación en este sentido.
Es curioso, porque la percepción ciudadana y las cifras caminan por lugares totalmente distintos. De hecho, el número de delitos y faltas cometidos en la capital lanzaroteña en el último año se redujeron un 18,53% respecto a 2005. En cifras absolutas se pasó de 3.256 denuncias presentadas ante la Comisaría Nacional de Policía en 2005 a las 2.913 registradas en el año que acaba de terminar. La reducción fue superior en las faltas con una diferencia de 219 en un año frente a una reducción de 204 delitos.
Aunque desde la marcha de Raimundo Villanueva la información emanada de la comisaría de Arrecife ha descendido más que notablemente -ahora es nula-, lo cierto es que los datos que se dieron como oficiales ya se habían transmitido a este medio por otras fuentes. Parece que hay que estar esperanzados ante una situación que hace unos años se planteaba ciertamente compleja, pero insistimos que la realidad, al menos la realidad que muchos ciudadanos perciben, difiere bastante.
Arrecife sigue siendo una ciudad en constante expansión que arrastra numerosas carencias en materia de seguridad, que necesita de grandes e importantes mejoras en este campo.
El de Yulisa ha sido un crimen atroz, brutal, que merece un castigo a la altura para quien haya sido capaz de terminar de este modo con la vida de una joven que tenía el mundo a sus pies. La reacción de los colectivos sociales de apoyo a la mujer, como Mararía, fue por cierto ejemplar, convocando sobre la marcha una manifestación de repulsa por el asesinato. También algunas formaciones políticas y algunas instituciones se sumaron a la condena, lo que es una buena forma de intentar que las cosas cambien. De momento es un intento, hay que confiar en que se harán cosas.