jueves. 15.05.2025

A menos de cuatro meses para la celebración de las elecciones autonómicas, cabildicias y municipales de mayo de 2007, ni los partidos políticos asentados en Lanzarote ni los principales actores de los mismos que han venido desempeñando cargos públicos u orgánicos han dado hasta el día de hoy el mejor de los ejemplos en su calidad de representantes de la cada vez más hastiada ciudadanía.

Sobre la inestabilidad política que se ha vivido en las principales instituciones públicas conejeras habla bien a las claras el hecho de que, por poner sólo un ejemplo más que significativo, hayan pasado por la principal poltrona cabildicia, aunque en algunos casos fuera de forma accidental (o accidentada, si hablamos del ratito que estuvo allí guardando la silla María Dolores Luzardo, después de la sonada autoinmolación del PP), hasta siete personas.

¿Y qué decir de la otra manifiesta inestabilidad en el seno de los distintos partidos políticos? Prácticamente ninguna de esas formaciones ha permanecido al margen y casi todas han sufrido crisis internas: PIL, Coalición Canaria (ambas momentánea y aparentemente superadas), PP, PSOE y Alternativa Ciudadana. Estas tres últimas fuerzas todavía andan enfrascadas en querellas internas, con fuertes críticas que se hacen públicas en los medios de comunicación, pues ya parece que la época de lavar los trapos sucios dentro de la propia casa ya pasó a la historia.

Con todo este caldo de cultivo, parece evidente que no hará falta recurrir a ninguna encuesta (en los sondeos, curiosamente, nunca se les pregunta a los encuestados si piensan votar o abstenerse, cuando que es un dato que tiene una importancia trascendental, teniendo en cuenta el elevado índice abstencionista que se suele registrar en las islas, y principalmente en la más oriental de Canarias, que siempre suele quedar a la cabeza en lo tocante al antivoto) para adivinar, sin ni siquiera recurrir a grandes dosis o derroche de imaginación, la más que previsible y altísima abstención que a buen seguro se va a registrar allá por mayo de 2007, visto lo visto hasta hoy. Es de esperar que al menos los políticos no acaben después echándole la culpa de esa más que cantada abstención a los propios votantes potenciales, que ya sería el colmo de la desfachatez, pues también en democracia se suele cosechar de lo mismo que se siembra.

En efecto, o cambian mucho las cosas, y no parece que lleven ese rumbo, o la abstención electoral en Lanzarote será de las que hacen historia en esos ya cuasi inminentes comicios locales del mes de mayo. Y tampoco hay que ser profeta, ni adivino, ni zahorí ni futurólogo para aventurar o barruntar esa cantada huida masiva de las urnas. Si se ha sembrado viento (léase, desestabilización institucional y permanente crisis interna en los partidos), no puede extrañarle a nadie que luego sólo se recojan tempestades... o huidas masivas de las urnas, tanto monta.

Al mal ejemplo que nos dan los políticos en particular y los partidos en su globalidad hay que sumar la escasa, por no decir nula, disponibilidad a la hora de tomar medidas que propicien la participación electoral, como sería el caso -por poner sólo un buen ejemplo- de crear un nuevo sistema de listas abiertas, con más razón y motivo cuando hablamos de elecciones locales, en donde el voto pierde su carga ideológica -si la hubiera- y se dirige más hacia la persona que conoce y con la que se tropieza a diario el elector o votante potencial. Toda acción tiene una reacción. Y toda inacción también.

Recoger de lo que se siembra
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