viernes. 16.05.2025

Hace no demasiado tiempo la prisión de Tahíche se convirtió en una de las peores cárceles de todo el país, título que se ganó a pulso. Una prisión de preventivos, hecha a la medida de la sociedad canaria de los siglos XIX y XX, era más que suficiente para atender la demanda de una población que no era demasiado numerosa y que no hacía demasiado ruido. Pero la cosa cambió, y cambió sobre todo porque la población se multiplicó de forma sorprendente en muy poco tiempo y porque apareció un fenómeno tan insólito como el de la inmigración irregular. Llegaban cientos de pateras con cientos de patrones a los que se detenía y había que custodiar hasta que se celebrara el correspondiente juicio. La prisión de Tahíche se llenó con los patrones que traían las pateras (cientos de ellas en la década de los noventa) y los presos preventivos pasaron a estar hacinados en celdas que no reunían las condiciones mínimas exigibles en un país que se supone que está en el primer mundo.

Esta situación fue denunciada por los propios trabajadores del centro, que incluso han tenido sus más y sus menos con los directores que han ido pasando por allí y que han durado tanto como un dulce en la puerta de una escuela.

Ahora parece que la cosa por fin ha cambiado, gracias entre otras cosas a la importante labor que ha desarrollado el director insular de la Administración General del Estado en Lanzarote, Marcial Martín, quien no ha dejado en el empeño para lograr que cambie la fisonomía de un lugar en el que las personas no tienen que vivir como animales. También ha contribuido notablemente la llegada de Joaquín Herrera, que parece no sólo estar cómodo en su importante puesto sino que tiene idea de continuar al menos hasta que se cumplan los numerosos objetivos que se ha marcado.

Como comprobó este lunes la directora general de Instituciones Penitenciarias, Mercedes Gallizo, las obras de ampliación del centro penitenciario de Tahíche, que se adjudicaron hace unos meses a la empresa COMSA, ya han comenzado, y parece que van a buen ritmo. Con esta ampliación, el centro aumentará notablemente su capacidad actual, que pasará a ser de 350 plazas.

Se trata sin duda de una gran noticia que se tiene que sumar a los otros grandes logros de la Dirección Insular, entre los que destacan sin duda alguna también la futura puesta en marcha de la nueva comisaría de la Policía Nacional en Arrecife o el más que notable incremento del número de agentes de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado en toda la Isla.

Pero sin embargo, como también explicó Gallizo a los medios, esta ampliación no es suficiente para garantizar el traslado de todos los presos de Lanzarote y Fuerteventura a la cárcel en la que deberían estar, sobre todo para permitir que sus familiares puedan ir a visitarlos con relativa comodidad.

Se trata de una vieja reivindicación a la que este diario se ha sumado siempre, puesto que no es lógico que en las cárceles de la Península -salvo el caso de la dispersión de los presos etarras o proetarras que también parece que se va a solucionar- se procure tener a los internos lo más cerca de sus familias y aquí, donde para ir a cualquier lado se depende de los costosos aviones, se les mande a cientos o miles de kilómetros de distancia.

Hay que confiar en que esta vez sí se va a cumplir el objetivo que se ha marcado la Dirección General de Instituciones Penitenciarias, como hay que confiar en que la segunda y tercera ampliación prevista no se queden cortas. Eso significaría en primer lugar que Lanzarote había vuelto a registrar un preocupante crecimiento poblacional, lo que ya no conviene a nadie de los que vivimos aquí, y en segundo lugar que habría aumentado notablemente el número de delitos, lo que tampoco resultaría ninguna gracia.

El derecho de los familiares de los presos es tan legítimo como el que tienen los mismos presos a estar cerca de sus lugares de origen. Bastante dura es la vida en las cárceles como para que además se sume la ausencia de visitas, puesto que muchas familias no se pueden permitir los costosos traslados que hay que hacer en algunos casos.

Los presos, más cerca
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