jueves. 15.05.2025

Uno de los principales compromisos que asumió José Luis Rodríguez Zapatero cuando se presentó a las elecciones, uno en los que hizo más hincapié una vez que fue nombrado presidente del Gobierno de España, fue el de hacer que el Senado se convierta en algo distinto al cementerio político que ha sido a lo largo de la reciente historia de la democracia de este país. La idea, dicha y expuesta en infinidad de ocasiones, no era otra que la de convertir a la Cámara Alta en una verdadera cámara de representación territorial, para que las Comunidades Autónomas tuvieran voz y voto para decidir en asuntos de Estado. Han pasado más de dos años de legislatura y el Senado sigue siendo más o menos lo mismo que era, es decir, una Cámara llena de buenas intenciones y de políticos que tratan de trabajar por su Comunidad pero que sin embargo lo único que consiguen son promesas.

A pesar de esta circunstancia, a pesar de que el Senado sigue siendo el parlamento sin contenido y sin poder, lo cierto es que hay senadores que han conseguido hacer de la flaqueza una virtud y han conseguido en muy poco tiempo obtener resultados notables. Es el caso del Grupo de Senadores de Coalición Canaria (CC), a los que por cierto “dirige” con mano diestra un periodista que conocemos bastante bien en esta casa, Octavio Caraballo.

A través de Octavio, los senadores nacionalistas no sólo están al día de todo lo que sucede en el Archipiélago sino que tienen posibilidad de machacar con preguntas a un Gobierno que normalmente se ve sorprendido. Es curioso que CC, que obviamente es un partido poderoso en el ámbito nacional, no cuente con este poder de actuación en la otra cámara, en el Congreso, donde las iniciativas que presentan sus representantes -Paulino Rivero, Luis Mardones y Román Rodríguez- no llegan ni a una décima parte de las que presentan sus compañeros del Senado. Suponemos que problemas profesionales con otros periodistas que no son Octavio Caraballo.

Es tanto el poder que está obteniendo en Madrid CC que cuando se refieren a “los canarios” no hablan en ningún caso de los senadores de Partido Popular (PP) o Partido Socialista (PSOE) de las Islas, ni siquiera se refieren al ministro de Justicia, Juan Fernando López Aguilar; se refieren a los representantes de CC, que después de una maniobra perpetrada por su presidente nacional, Paulino Rivero, digna del mejor de los estrategas, consiguieron conformar grupo propio en las dos cámaras cuando el número real de representantes no les permitía tal cosa.

Dicho esto, también hemos dicho y sostenemos que las propuestas de CC no son siempre atinadas. Al menos no reflejan la realidad en algunos casos de islas como Lanzarote. Nos referimos claro está al tema de inmigración irregular cuando afectaba de lleno a las islas de Lanzarote y Fuerteventura. Aunque sus representantes han sido insistentes, la verdad es que no consiguieron en las dos legislaturas de gestión del PP que se arreglaran los muchos problemas que había, en especial el blindaje de las costas de esta parte del Archipiélago.

En esta legislatura el senador de CC por la isla de Tenerife, Ricardo Melchior Navarro, fue todo lo contundente que se esperaba al acusar al por entonces ministro del Interior, José Antonio Alonso -ahora en Defensa tras la extraña salida de José Bono-, de actuar con “gravísima pasividad” y de aplicar políticas “ineficaces” para atajar la llegada masiva de inmigrantes irregulares procedentes de las costas mauritanas al Archipiélago canario.

En la sesión de control al Gobierno, tal y como informó el propio Octavio Caraballo a esta redacción, el senador tinerfeño culpó al Gobierno del Estado de haber actuado con “pasividad”, a pesar de que el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) alertó al Ministerio del Interior el pasado mes de diciembre de las “dramáticas” consecuencias que se derivarían del cambio de ruta de las pateras y cayucos debido al traslado de las mafias organizadas hasta Mauritania debido al blindaje de la frontera marroquí.

“El pueblo canario”, expuso Ricardo Melchior al ministro del Interior, “exige de su departamento que aplique políticas eficaces y actúe con la urgencia que demanda este asunto para tratar de alcanzar resultados satisfactorios en el tratamiento y en la solución del mismo”.

El senador de CC alertó al ministro del Interior de que “los centros de internamiento de inmigrantes de Canarias están a su máxima capacidad y los centros de menores están colapsados, con el agravante de que no pueden ser repatriados debido a que el Gobierno de España no ha dado las órdenes oportunas. Y, además, los centros hospitalarios de las Islas también se encuentran colapsados al multiplicarse su trabajo por la atención a los inmigrantes que arriban a nuestras costas”.

Han pasado unos meses y la intervención nos parece digna de admiración. Es así como tiene que actuar un representante en Madrid de un territorio tan importante como Tenerife. La pena es que no se haga lo mismo con Lanzarote y Fuerteventura. Y, claro, los representantes de CC podrían acusar a lanzaroteños y majoreros de no colocar en la Cámara Alta a quien corresponde, es decir, a uno de sus candidatos, lo que no dejaría de ser cierto si no fuera por el hecho de que el portavoz de su Grupo, José Mendoza Cabrera, es senador por toda la Comunidad Autónoma. Sin embargo, no es suficiente, sobre todo en una semana en la que ha llegado a El Hierro un cayuco de más de treinta metros, lo que ya supone el colmo de los disparates.

Por muchas promesas que se hagan desde el Gobierno, a estas alturas es muy difícil que nos creamos lo que no parece ser más que un vulgar cuento del lobo. Parece que tiene que pasar algo muy gordo para que Europa se tome en serio el problema. Lo que ocurre es que no sabemos qué es exactamente que esperan que ocurra, ¿que muera más gente de la que está muriendo, que haya asesinatos, que los canarios tengamos que emigrar a otras regiones?

La Cámara olvidada
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