jueves. 15.05.2025

En la manifestación celebrada este fin de semana en Santa Cruz de Tenerife, convocada para reclamar una suerte de Ley de Residencia, se vieron casi tantas banderas como abanderados de la causa. Banderas con las siete estrellas verdes, principalmente, lo que le llevó a decir a un compañero poco afecto a la causa nacionalista, mientras veía en televisión las imágenes de la concentración: "Estrellas verdes, como la ira de algunos. Una razón más para no reconocerme en esa enseña ni sentirme identificado con ella". En fin, un comentario más de los miles que tanto antes como después de la mencionada manifestación se han vertido al respecto de la misma.

En frío se analizan mejor los temas que en caliente, y sobre todo si adoptamos cierto distanciamiento del objeto del análisis, pues la excesiva cercanía a los árboles nos impide ver el bosque en toda su amplitud y esplendor. Estas máximas son principalmente válidas si hablamos de asuntos de tan candente actualidad como el de la inmigración irregular que se viene registrando en Canarias, y en otros puntos de España, en los últimos años. Intentemos al menos bajar los balones al suelo, que es como mejor se juega. Aparquemos por unos momentos el acaloramiento, los prejuicios y cualquier otro elemento que nos vaya a nublar la vista o el análisis sereno.

Cierto es que el conflicto generado por la inmigración clandestina escapa a la capacidad de los gobiernos insulares (cabildos), del Ejecutivo regional y hasta del Gobierno nacional. Es por ello que ya todas las miradas se dirigen hacia la Unión Europea, que es el ente supranacional que está llamado, en buena lógica, a encontrar una solución (que está en origen, principalmente) y a dedicar los medios económicos para la misma, por resumirlo o condensarlo en grandes trazos.

El presidente del Ejecutivo español, José Luis Rodríguez Zapatero, recibía hace apenas una semana el apoyo explícito de la Unión Europea a sus principales propuestas sobre este problema emigratorio o inmigratorio de alcance internacional. Zapatero sugirió en esa cumbre en Finlandia, el pasado viernes, 20 de octubre del año en curso, la creación de oficinas europeas en terceros países, así como un sistema de información para el control efectivo de las fronteras, y acabó recibiendo el apoyo de sus colegas de la UE a sus propuestas para que Europa siga dando pasos válidos en esa lucha. En palabras del presidente del Gobierno español, el objetivo de sus propuestas "es ambicioso, pero imprescindible". Ojalá sea así, y que las promesas y las propuestas no se las acabe llevando el viento, cual palabras de políticos.

En principio, parece que esta vez la Unión Europea ha comenzado a tomarse en serio el problema de la inmigración. La mencionada cumbre celebrada días atrás en la localidad finlandesa de Lathi dejó a los enviados especiales de los distintos periódicos del llamado Viejo Continente -entre ellos, los periodistas españoles- la sensación de que por fin los líderes comunitarios van a afrontar la problemática con medidas que se irán tomando a partir de ahora, que se esperan mucho más efectivas que las tibias posturas que hasta hoy habíamos visto, con pésimos o nulos resultados prácticos.

En el citado encuentro político al más alto nivel, fue Zapatero el que se encargó de introducir el debate sobre la inmigración ilegal y el que trasladó la necesidad de dar un paso adelante para que la UE tenga cada día más política común en esa materia. El presidente español propuso un nuevo sistema de información cruzada para el control fronterizo, consistente en avanzar en una base de datos sobre los inmigrantes clandestinos. También propuso una revisión de la regulación del derecho humanitario del mar, e informó de que se abordó la situación de los inmigrantes ilegales menores de edad, una cuestión especialmente delicada ante la que mostró su convencimiento de que la UE establecerá medios para afrontarlo con rigor. Otros líderes europeos le expresaron su voluntad de aportar más medios para el fortalecimiento de la Agencia de Control de Fronteras (ese Frontex que de momento sólo ha sido agua de borrajas, visto lo visto hasta ahora), con el que se espera conseguir un sistema permanente de vigilancia costera en las fronteras marítimas.

¿Demasiadas buenas intenciones? Si además de buenas son válidas y se hacen efectivas, bienvenidas sean todas.

Inmigración: balones al suelo y juego limpio
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