En este diario nos hemos ocupado en los últimos meses de denunciar un atropello más de los muchos que sufre Lanzarote por ser una isla no capitalina, periférica o menor, como les gusta llamarnos en Gran Canaria y Tenerife. Nos referimos a la indignante situación a la que están teniendo que hacer frente las autoescuelas de la Isla. Bueno, corregimos, no sólo las autoescuelas de la Isla, también las autoescuelas de Fuerteventura, que padecen una situación similar.
Haciendo números, los responsables de las autoescuelas se han dado cuenta de que hay como poco 300 alumnos que están esperando para ser examinados y que no tienen fecha de examen por la simple razón de que no hay examinadores suficientes para atenderlos. El tema en cualquier otro lugar parecería absurdo, ridículo, puesto que se solucionaría simplemente poniendo más examinadores, creando más plazas o trayendo de otras islas gente que esté dispuesta a darle salida al actual caos.
Y es que sólo se puede calificar de caos la situación actual. Una situación que por cierto padecen en primer lugar los alumnos y en segundo lugar las autoescuelas, que son las que dan la cara frente a sus clientes y las que no tienen respuestas para explicar lo que está sucediendo. ¿Cómo se puede decir a una persona después de que ha pagado y ha realizado todas sus clases prácticas que no se sabe cuándo se podrá examinar, que hay una lista de espera tremenda para realizar los exámenes? No se puede, desde luego.
Los responsables de la Autoescuela Volcán, que amablemente se han dirigido estos días a este medio para explicar el problema que ya habían denunciado unas semanas antes más de un centenar de alumnos de otros centros, nos pusieron un ejemplo muy bueno para que entendamos la magnitud del problema. Hay que pensar en los jóvenes que estudian en Gran Canaria, Tenerife o la Península y que aprovechan el verano para sacarse el carné de conducir, los mismos jóvenes que termina el verano y se ven sin cumplir su objetivo. Los mismos jóvenes que se tienen que marchar a sus lugares de estudios dejando pendiente un tema que podrían haber resuelto perfectamente en condiciones normales. Está claro que estos jóvenes sufren la discriminación que supone en muchas ocasiones vivir en islas como Lanzarote y Fuerteventura, está claro que de algún modo habría que compensarles, o habría que buscar una solución para que se puedan examinar en los lugares en los que estudian.
Pero lo de los jóvenes no es más que un ejemplo del problema que se ha creado simplemente por la falta de previsión que hay en las islas capitalinas en todos los asuntos que conciernen a las dos islas orientales del Archipiélago. Como nos ha pasado con la educación, con la sanidad, con las carreteras... y con tantas y tantas cosas, en Tráfico no han tenido en cuenta el crecimiento poblacional que se ha experimentado en los últimos años. No se dan cuenta de que en Lanzarote y en Fuerteventura viven más de 200.000 personas. No se dan cuenta de que las necesidades de 2006 no son las mismas de 1980.
El caso es que este mismo viernes el gerente de la autoescuela Volcán, Esaú de León, que se ha volcado de lleno en el tema, adelantó a Crónicas que la Jefatura de Tráfico puso en conocimiento del director de la conocida cadena de autoescuelas, Oscar Rodríguez, la intención de trasladar a un examinador a la Isla con el fin de agilizar la larga lista de alumnos en espera de poder sacarse el carné.
Sin embargo, en buena lógica, entiende él y entendemos nosotros que la medida sólo se trata de un “parche”, ya que el examinador únicamente va a estar en Lanzarote un mes, por lo que piensa solicitar a la Comisión de Servicios que esta persona venga acompañada de dos examinadores más. Esta persona encargada de trasladarse a la Isla vendrá el 14 de octubre y regresará el 17 de noviembre y estará acompañada de otros cinco examinadores más que provienen de Las Palmas.
Insistimos que el tema de las autoescuela es un ejemplo más del maltrato que recibe Lanzarote por no estar cerca del lugar en el que se toman las decisiones, porque existen fórmulas razonables para resolver este problema que no se aplican por falta de interés o por desidia política y administrativa, lo que desde luego empieza a ser muy grave.