jueves. 01.05.2025

Este miércoles se recogía en toda la prensa mundial y parte del extranjero las más recientes declaraciones del Premio Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez, sobre la mala situación de esa misma prensa que informa que el escritor colombiano sufre “como un perro” cada vez que le echa un vistazo a lo que hoy se escribe, y sobre todo al cómo se escribe hoy, en los medios de (in)comunicación. Pero tampoco hay necesidad de ser Premio Nobel de Literatura para ver lo obvio y lo mal que anda de último la “suciedad” de la información. Ni hay que ir hasta Colombia o México ni hay que salir de Lanzarote para constatarlo, a fe mía.

Nunca como antes se había confundido tanto en los medios la cantidad con la calidad. Pongo no más que un ejemplo a modo de botón de muestra: “A palabras necias, máximas audiencias”. Ergo, la audiencia es necia. No culpes exclusivamente a la propia caja tonta por la telebasura que sale de ella. Cúlpate a ti mismo por tu mal gusto. Ya se sabe de la existencia de una criatura mucho más peligrosa que un mono con una navaja barbera en la mano: un tolete -o toleta- empuñando un mando a distancia.

Lo escribía la pasada semana en el diario El Mundo, con su clarividencia habitual, Arcadi Espada: “Por poco que hayas visto, oído y leído, te habrá bastado para saber que el accidente de Barajas ha reunido todo lo que sabemos sobre el funcionamiento del periodismo moderno. Incluso de lo que no es periodismo, caso de la televisión. No la veo jamás, pero las noticias sobre su conducta entre los muertos son inquietantes”. Tampoco andaba huérfano de razón el lector del diario ABC que se quejaba recientemente de que el periodismo se muere: “Cuando se habla de crisis de la prensa escrita, realmente se está hablando de la crisis del periodismo informativo. En la televisión los informativos se han convertido en una caricatura grotesca de la realidad; en la radio las noticias son una cantinela y la prensa gratuita es un entretenimiento que mezcla el sensacionalismo inglés y el esperpento. La prensa escrita de calidad es el único refugio que le queda al periodismo, el que se dedica a transmitir información útil a los ciudadanos, para defenderse de las embestidas de la sociedad del espectáculo. Los periódicos pueden seguir cediendo espacios dedicados a la información al entretenimiento y acabar convirtiéndose en los bufones del siglo XXI. Los ciudadanos pueden seguir riéndose en su burbuja mientras el mundo se les cae encima, pero si se quiere cambiar la dinámica ahora es el momento de decidir entre todos cómo hacerlo. Pronto sólo nos quedará el lamento de vivir desinformados en la sociedad de la información, que pasará a llamarse la de la desinformación y allí andaremos perdidos”.

En España apenas hay debate en los medios de comunicación sobre los propios medios de comunicación. En Lanzarote, ni en broma. Lo escribe alguien que se ha pasado años intentando convencer inútilmente a algunos de los actores -principales o secundarios- de la información local para debatir públicamente sobre su trabajo. Mucho miedo y poco sueldo. Así puede resumirse y entenderse la inutilidad del empeño. Eso por no hablar de la creciente inestabilidad laboral que afecta actualmente al sector, como es triste fama. A este paso acabarán todos los profesionales del periodismo ejerciendo de contraperiodistas: es decir, trabajando para el enemigo (que siempre es el poder, aquí y en Pekín), ejerciendo de infraperiodistas en los malhadados gabinetes de prensa de ágrafos concejales o analfabetos consejeros, para tergiversar, maquillar o prostituir la información. Malos tiempos para la lírica, hermano. (de-leon@ya.com).

El mono con el mando
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