sábado. 20.04.2024

Hace ahora justo tres años, allá por el tercer mes de 2010, Alternativa Ciudadana denunciaba ante la Fiscalía cinco facturas emitidas por el abogado Francisco Rodríguez Batllori (te lo regalo) por un importe de más de 20.000 euros en concepto de “asesoramiento y colaboración” en Inalsa, esa pública e impúdica fuente de financiación irregular de tanto partido político y de engorde de tanto mamón, o como se diga eso. Saladitos nos han salido siempre a los conejeros los asesores que nos sangran desde las instituciones públicas, como es triste fama. Alternativa se maliciaba que aquellas facturas millonarias, que ya se habían cobrado, podían haber sido percibidas por trabajos que nada tenían que ver con Inalsa, y constitutivas de los delitos de prevaricación y uso fraudulento de fondos públicos, de los que podrían ser responsables el Consejo de Administración y la Gerencia de la empresa. Actualmente, se sabe que la juez que lleva el Caso Unión ha imputado oficialmente al mentado Rodríguez Batllori de las siguientes naderías: supuestos delitos de malversación de fondos públicos, falsedad documental y fraude a la administración. Total, nada. Fruslerías.

Así y todo, hay que tener mucho cuidado con el tal Batllori, el abogado que ya tiene a sus abogados trabajando para disparar contra todo lo que se mueva (helicóptero incluido, y ahí puede que lleve mucha razón el muchacho, porque no son formas ni maneras esas de sacar a nadie de su casa casi en pijama y llevárselo a dar una “vuelta paulina” desde Gran Canaria a Lanzarote, por muy graves que sean las sospechas que pesen sobre el viajero a la fuerza). El gran Batllori, que no se anda con chiquitas, puede tirar de ese posible exceso de celo judicial o policial para irse de rositas. Y no es el único de los imputados que va a salir por ahí. Ojo al dato, que el que avisa no es traidor sino avisador.

Años atrás me demostró la criaturita de marras cómo se las gasta (aparte de cómo se las cobra) a consecuencia de una columna que publiqué en esta misma tribuna. El hecho de que aquel artículo titulado “Adiós, Olarte, adiós” se colgara en Internet permitió que Rodríguez Batllori leyera o leyese lo que tan poca gracia le hizo al ex gerente del Polígono de Jinámar, ex director de Guaguas Municipales de Las Palmas, ex viceconsejero de Trabajo del Gobierno de Canarias, ex consejero de Trabajo, ex diputado regional, ex viceconsejero de Justicia (sí, sí, de Justicia, tal y como lo leen)... y ex humilde, porque en la réplica que me hizo a la columna sólo le faltó añadir el típico “¡Usted no sabe con quién está hablando, machango!”. Son las ventajas y los inconvenientes que tiene Internet: lo bueno es que te puede leer todo el mundo; lo malo es que te puede leer todo el mundo, precisamente, incluso los que no saben leer... y mucho menos escribir.

Apuntaba por aquel entonces el ex-ex-ex-ex-ex político (era tan bueno que lo acababan sustituyendo siempre de todos sus cargos y cargas) que todo el mundo hablaba bien de él. Y líbreme el Cielo de intentar quitarle a tan importante, ilustre, egregio, eximio y excelso personaje esa falsa ilusión, porque de ilusión también de vive (en caso de duda, véase a los que todavía acuden a votar). Si el hombre se lo tiene creído así, allá él, porque tampoco consta que el autoengaño sea pecado ni delito.

Verdad es también que aquella réplica en cuatro párrafos dedicada a una simple línea de quien esto firma no contenía mucha sustancia. Pero la guinda amarga con la que daba carpetazo a su artículo no tenía desperdicio, sobre todo cuando este mismo Francisco J. Rodríguez Batllori que viste y calza se preguntaba textualmente, comiéndose alegremente una coma y los dos signos de interrogación, "pero quién es usted hombre". Ya se lo dije entonces, don Pancho, y se lo repito hoy aprovechando la rabiosa actualidad que lo vuelve a tener a usted como triste protagonista: soy sólo un don Nadie que osa enjuiciar de tarde en tarde la labor de los empleados que tengo a mi servicio, así como a sus onerosos asesores de la nada que cobran millonadas (con perdón por el pareado). Como apuntaba antes, sólo le faltó añadir al importante, ilustre, egregio, eximio y excelso personaje pagado de sí mismo y que tiene tan alta opinión sobre su propia persona aquello, tan propio de otras épocas, de "usted no sabe con quién está hablando..."

Hablaba con un imputado hasta las cejas, hasta nuevo aviso o decisión judicial. (miguelangeldeleon.blogspot.com).

Hacer el helicóptero
Comentarios