sábado. 10.05.2025

Con motivo del penúltimo escándalo urbanístico que ha saltado a los medios de comunicación, en el que se ha detenido al alcalde socialista de Estepona y se ha descubierto una amplia red de corrupción (otra más), el diario psoecialista El País le ha dedicado en portada el mismo espacio y carácter tipográfico (cuatro columnas) que al supuesto ‘notición' visto y no visto sobre ese otro presunto, probable, presumible o posible escándalo de especulación en Lanzarote, del que nunca más se supo... al menos en las páginas del mencionado periódico. ¿No hay ahí un informativo agravio comparativo, teniendo en cuenta que en un sitio hay detenidos a la patada y en el otro todavía no hay nada desde el punto de vista judicial? Debe ser por aquello de las diferentes varas de medir que casi todos aplicamos según sea por dónde nos pille la medición.

Ya recordábamos aquí en su día y momento (o sea, horas después de publicado el ‘portadazo') que en los 33 años de historia del diario El País, Lanzarote no había merecido nunca los honores de ocupar su portada, si exceptuamos alguna fotografía por la circunstancial presencia en suelo insular de algún destacado personaje de la política nacional o internacional, o la frívola imagen de algún miembro (o “miembra”, como diría la ministra tan mona como mema) de la Familia Real y por ahí. La excepción que al cabo sólo venía a confirmar esa regla del ninguneo informativo llegó aquel 17 de marzo del año en curso. De repente, el rotativo madrileño entendía que la noticia principal de la mencionada fecha estaba directamente relacionada con esta pobre islita rica sin gobierno conocido, y merecía además un titular a cuatro columnas que informaba, textualmente, de que “Un tercio de los hoteles de lujo de Lanzarote son ilegales”. El antetítulo (“La lucha contra el urbanismo salvaje”) y el subtítulo (“El Tribunal de Canarias anula las licencias de 22 complejos”) tampoco eran moco de pavo. Pero luego toda aquella escandalera “fuese y no hubo nada”, como escribió Cervantes al final de su poema “Al túmulo del rey Felipe II en Sevilla”. Fue todo flor de un día.

Todo eso sin contar, claro, del pequeño/gran detalle de que el supuesto notición o pedazo de primicia informativa no era tal (y si lo era ya llegaba desfasado porque se había venido publicando en la prensa local desde hacía meses). Total, que para el periódico de información general más leído en España y parte del extranjero, Lanzarote pasaba de aquella escandalosa manera de la nada informativa al total estrellato... y luego otra vez la nada. ¿Alguien lo entiende? Yo tampoco. O a lo peor se entiende demasiado bien...

Sigue siendo algo más que llamativo que desde aquel recordado lunes de pasión y portadazo El País, tres meses después no ha vuelto a publicar al respecto ni un titular -ni siquiera a una columna- ni una mísera línea de información u opinión sobre una noticia que el citado periódico creyó -sólo por un día- ser merecedora de portada y de cuatro columnas, con lo raras y caras que son las cuatro columnas en ese periódico teóricamente no sensacionalista. ¿Dónde está el elemental seguimiento de aquella macro-noticia? ¿Dónde queda la mínima lógica periodística? ¿Ni una mísera carta al director, con toda la escandalera política, periodística y empresarial que se ha montado en la isla que fue reina por un día en la portada? Algo no coneja en todo esto, como diría el viejo lanzaroteño de islita adentro.

Ese silencio editorial posterior al “día de autos” se podía haber entendido si lo hubieran escenificado otros medios de comunicación, por aquello de no ir a remolque de la supuesta “primicia” o “exclusiva” (que finalmente no fue ni una cosa ni la otra) de la competencia. Pero resulta algo más que sorprendente el mutismo posterior del mismo rotativo que lanza la presunta gran revelación informativa... y esta es la fecha en la que seguimos esperando más detalles de tan gorda y grave noticia. ¿Cómo es que lo que mereció tanta atención editorial luego sólo merece el más absoluto olvido? No tiene lógica periodística, ciertamente, que tamaña escandalera dé paso al más atronador silencio. Y tampoco es la lógica editorial de ese periódico. ¿Qué ocurrió entonces? ¿Qué le falló a El País, aparte de los pequeños/grandes deslices cometidos en la información de marras por el redactor que patinó a cuenta del cuento de la demorada moratoria? ¿De verdad se publicó lo que dicen las hemerotecas que se publicó o lo hemos soñado entre todos? ¿Fue todo una tormenta en un vaso de agua? ¿Una broma pesada? ¿Por qué no se aplica El País aquella máxima de la profesión que decía “les mantendremos informados”? (de-leon@ya.com).

Algo no coneja
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