lunes. 12.05.2025

Por Martino

Aquel hombre tuvo una trayectoria ejemplar. No consiguió sacar el graduado escolar en dieciocho años aunque no por falta de afición. Se quitó el velo de los ojos, ante la ineficacia de tanta renovación educativa que lo tenía loco y se hizo melómano por la UNED, que tampoco está para tirar cohetes, si yo les contara. Aclarando, gerundio es, que lo de “melómano” no era por experto y aficionado musical, sino por catador de melones, premisa para entrar en política por la puerta grande.

El examen consistía en que le arrojaban melones a la cabeza desde diez metros de altura y, si el melón se abría, es que estaba maduro y dulzón, apto para el consumo. Por culpa de tanto melonazo su única neurona, programada para el liderazgo, le abandonó cual desodorante barato. Un día, aprovechando que su santa esposa, a cuyo nombre estaba puesta toda la fortuna familiar, se implantaba tetas de silicona, él, en el lote, mandó ponerse otra neurona de titanio, que las tenían en oferta en el chino de al lado, y cambió su vida, vaya que si cambió.

A los pocos meses, el mononeuronal, hizo un máster de “ hijoputez” y en la actualidad es todo un alcalde, de esos que tienen afición inocente por cambiar suelos de uso, renovarse o morir, de rústicos y zafios a urbanizables y refinados, preñados de glamoures varios, de tuyo a mío y de me das un cuarenta por ciento.

A pesar de su progresión ascendente cual masa pastelera, sigue siendo melómano. Eso sí, es un ruego, cuando lo vean por ahí, no le tiren melones a la cabeza, aunque la neurona sea de titanio indestructible, es que está estudiando el hombre, dice que el saber no ocupa lugar, aunque las Islas Caimán, paraíso fiscal donde reside, son más bien pequeñas.

DAÑOS COLATERALES

El ejecutivo de gafas ARMANI, traje de dos mil dólares y calzoncillos CALVIN KLEIN, pero que también se manchan, eso sí, reconvierten la orina sobrante, las gotitas, en CHANNEL-5, se acaba de arrojar desde el piso noventa del EMPIRE STATE de Nueva York porque las cuentas no le salían, como en los centros turísticos. Cayó sobre LUCCIANO SPIAMONTE, felizmente casado con MARGARETTA GRANDITETTA, hermosa hembra que borda los macarrones al pesto. Han muerto los dos. A eso, imbéciles y tecnócratas, lo llaman daños colaterales.

El ejecutivo, asesino y suicida a la vez, vivía en un apartamento con un hámster llamado JULITO. Ni que decir tiene que JULITO morirá de inanición sin comerlo ni beberlo, nunca mejor dicho. Es lo que tienen las OENEGÉS, las FUNDACIONES y otros entes mágicos, no pueden estar en todo y se les escapan los daños colaterales, preferible a que se les escapen los dineros, digo yo. JULITO está a la espera de que cualquier partido político lo apadrine, cosa que no ocurrirá hasta que los hámster no tengan derecho a voto.

Titanio Man
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