Por Martino
Si doscientos animales grandes, terrestres, salvajes o domésticos, de la misma especie, corren por el campo, no lo dudes, es una MANADA. Si doscientos hombres armados, en la Edad Media, corrían al mando de un noble, no lo dudes, es una MESNADA. Si miles de políticos se despepitan por visitar barrios que no han pisado nunca, sonreír a los niños y colgar sus propias fotos en las paredes como posesos, no lo dudes, es una campaña electoral.
PROFILAXIS
Coge piedras y vacúnate, que en tiempos de promesas e inauguraciones proliferan virus raros. Hazme caso. Tenemos el virus GARBANZUS, que se suele presentar en mítines precedidos de ágape o manduca. Este virus flatulento se cobija en platos de plástico con garbanza y se suele acompañar de buchitos de CLIPPER calentorros que ofrecen los aspirantes a fieles y simpatizantes. Aunque en primera instancia suele ser inofensivo, a la larga engancha, invita a votar y produce gases poco nobles.
El más peligroso y de mortal virulencia, el virus PROMESIS, una vez introducido en el cerebro del votante, el pobre infeliz cree que los próceres le van a poner un piso, que le van a empichar la calle, dar becas para sus vástagos, mejorar la sanidad y la educación, que habrá seguridad en las calles y viviendas para jóvenes. Se trata de un efecto placebo que, a medio plazo, se torna en decepción y más de lo mismo, es decir supresión de aparcamientos y actos presuntamente culturales, concluyendo en su fase terminal con una ABSTENCIONITIS CRÓNICA, para la que ni en Houston de Texas tienen solución.
Por último, y aún sin catalogar científicamente, hay virus que se vuelven contra los propios políticos o cercanos que aspiran a cargo. La serie viral es demasiado extensa, así que dime en qué lista vas y te diré el virus que padeces. Por orden, no se me amontonen.
EPÍLOGO
Si tu niño, recién peinado, mientras chupa el sonajero farfulla eso de “ glu, glu, glu”, es una MONADA. Si en la rueda de tu coche has visto a un perro levantando la pata es una MEADA. Claro que si tu niño, recién peinado, mientras chupa el sonajero, farfulla lo de “ glu, glu, glu” , con treinta y seis años, mientras domina el mando a distancia y se bebe tu güisqui, eso ya tiene un calificativo que mis incipientes conocimientos de sicología me impiden aventurar. Mételo en unas listas.