domingo. 11.05.2025

Por Martino

Aún recuerdo aquel día, SAN TORCUATO apuntaba el santoral, en el que vendí mi alma al diablo. Tenía un hambre canina propia de quien cumple el servicio militar, y como propio también de quien cumple el servicio militar, no tenía un duro. En aquella época, gracias a Dios no existían los euros ni se vislumbraba en el horizonte el engaño europata.

Camino del cuartel, en el escaparate de una tentadora pastelería se dejaba ver un brazo de gitano que quitaba el hipo, pero yo no tenía hipo. En el bar de al lado, unos bocadillos humeantes de calamares fritos, recién hechos, aún se movían entre la fritanga, que temblaba el misterio. Pasé a tomar un cortado y un dónut, que me permitía el presupuesto, y allí, sobre el mostrador de cristal, pero tapada como una reina mora a cubierto de las moscas y clientes acatarrados, se hallaba ella, la más bella. Una tortilla de dos pisos y entresuelo con papas y espárragos trigueros, jugosa, majestuosa, insinuándose al paladar.

Miré en el bolsillo trasero del pantalón militar, por si se había camuflado algún billete, toqué pelo, digo papel, era un milagro, saqué la mano como por resorte y la decepción fue mayúscula al comprobar que se trataba de un bonoguagua caducado. Volví a la cruda realidad del dónut, que para más coña tenía un agujero en el centro. Lo pensé, esos fabricantes nos hacen la pirula y nos roban masa pastelera, creo que con lo que quitan del centro de la rosquilla hace otro sin coste y nosotros, cual gilipollas, comemos aire.

Seguí mirando la tortilla con ojos de deseo, tenía que hacerla mía, no se me podía escapar el manjar de los huevos, nunca mejor dicho. Vistas como llevo muchos libros y leídas muchas películas, bueno al revés, decidí vender mi alma al diablo, que solía frecuentar ese bar a media mañana en busca de tornilleros desesperados. Fragilón de mí, cambié mi alma por un cacho de tortilla. Estaba de muerte. Una vez engullida la vianda dorada, LUCIFER exigió el cumplimiento del trato:

-Dame tu alma, tontolculo- me dijo en mal tono

Se la hubiera dado con gusto, pero el tratamiento hacia mi persona no me gustó lo más mínimo y le contesté: - Pues va a ser que no, diablo de mierda- Se puso rojo de ira, sudoroso de cuernos y quiso negociar:-Pues devuélveme la tortilla, so mamón-

Servidor, entre acojonado que estaba y fiel cumplidor de órdenes demoníacas que soy, fui y ...le poté encima. No lo he vuelto a ver, pero les juro por los pactos preelectorales que me quedé ...como Dios. Tate que sí.

La tortilla del diablo
Comentarios