Desde el sepulturero de Coalición Canaria, Fernando Clavijo, hasta Belén Allende, pasando por el inconsistente San Ginés y por Lola García, sin olvidar al pequeño trovador, Bermúdez, todos quieren el puestito en el Senado que le concede su representación parlamentaria autonómica. Y están a degüello por ver quién le mete mano a los 5.000 euros mensuales del ala, más las prebendas aéreas y terrestres del cargo. Mas sólo hay una plaza disponible. Patetismo insular elevado a la máxima potencia. En eso han convertido Clavijo y su banda a Coalición, en una fila al estilo Full Monty, desesperados en bloque por tocar el Senado, que no sirve para nada sino para joder a los catalanes de vez en cuando. A Clavijo le falló, incluso, la contratación de periodistas sicofantes para que le allanaran sus caminos y tampoco le sirvió premiar a la niña de sus ojos. Le falló todo. Los sicofantes eran, en la antigua Grecia, una especie de calumniadores pagados por el poder para desprestigiar a quien lo molestaba. Este periódico fue rodeado por los sicofantes de Clavijo, pero se los sacudió a modo, como combaten los arqueros. Con paciencia y con flechas. Todo es igual, todo, desde los tiempos en que Eliseo Izquierdo vendía quesos a las tiendas de comestibles laguneras. Vendió tanto queso que se le quedó cara de queso. En esta isla nuestra, desdichada y hermosa, maledicente y despreocupada, le sobran Clavijos y sicofantes y prepotentes y le falta humildad. Es la historia de siempre. Pero, ojo, que pasas revista a la nueva lista de cargos del PSOE y resulta que están los de siempre. Pero, coño, ¿es que no hay más? Yo también pido ser senador, pero nadie me quiere. ¿Saben por qué? Porque siempre he dicho y he hecho lo que me salía de los bajos y eso no vende. Los que molan son los sumisos.
Publicado en Diario de Avisos