jueves. 15.05.2025

Por Andrés Chaves

1.- En este mes ocioso, el mago, ajeno a la crisis, ha vuelto a salir a la carretera. Cuentan un chiste buenísimo. Un mago va al Cabildo, a presentar los papeles para el carné de cazador, y lleva un loro en el hombro. El funcionario pregunta: "¿el animal habla?". Y el loro responde: "no sé". El mago se ha lanzado de nuevo a la carretera con un entusiasmo sin fin, soportando estoicamente el calor, que él llama sol. De ahí viene la expresión: "hace un sol de miedo". No hay quien aparque en ningún lado porque el mago no estaciona en batería, sino a lo largo, así que ocupa dos o tres puestos por coche y de esa forma es imposible. Se ha enfundado el hombre el bañador; el mago joven se coloca el meyba alto de culo y bajo de delante, como haciendo ver el poderío que está dentro. Cada vez abomino más de este changa que tiene tanto de esperpento y que lo machaca todo: no usa las papeleras, es irrespetuoso con quien tiene al lado, grita y hace aspavientos y presume de buga. Luego está también el changa pintor, que llena de grafitis la isla, ensuciándolo todo.

2.- El verano es su estación favorita. Días propicios al jolgorio y al tedio. El mago está por todas partes y hasta se atreve a bajar a la ciudad a hacer de las suyas. En los cines, el elemento barriada, versión moderna e irrespetuosa del mago de ciudad, lo deja todo perdido de pipas y de restos de palomitas de millo. Y los reposabrazos engrasados que da gusto, para horror del siguiente ocupante de la butaca. Este rebenque irrecuperable lo destroza todo: jardines, paradas de guaguas, asientos del tranvía. Es una auténtica termita urbana. Las instituciones gastan millones en reparar lo que gratuitamente destroza el elemento barriada, escoria social de gran calado destructor.

3.- Cada vez quedan menos magos respetuosos, como los de antes. Incluso caballerosos. El lastre que han dejado ha sido el de la depredación, porque los rebenques de nuevo cuño ni se han ocupado de estudiar ni de mejorar intelectualmente, y no por falta de oportunidades, que ahora las tiene todo el mundo. Pero en torno a los barrios se ha creado una suerte de vagos, sin más oficio que abrillantar las llantas de sus viejos troncomóviles, que da pena verlos. Da terror pasar por algunos barrios (más en Santa Cruz que en el resto de la isla, todo hay que decirlo) y ver las paredes pintadas, las paradas destruidas, el mobiliario urbano arrancado y hasta las señales de tráfico depredadas. Y es el verano su estación favorita porque el día dura más horas para que ellos tengan tiempo de hacer sus ruindades. Qué país.

achaves@radioranilla.com

Vuelve el mago
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