El presidente de la Generalidad, Quim Torra, responde al arquetipo de “tonto del to”, acuñado con acierto por José Mota. Quiere balcanizar Cataluña, animando a los comités suyos, los de la defensa de su imposible república, a salir a la calle. Ello equivale a romper vallas en los peajes de las autopistas, causar millones de euros en pérdidas por cortar el tráfico en ellas, incendiar contenedores y, si es preciso, enfrentarse a los mossos para quejarse luego de que los apalean. En esto consiste la balcanización de Cataluña, que en los Balcanes (él se refiere más a Eslovenia) causó una guerra civil con cientos de miles de muertos. Si este tipo que incita a la violencia no debe estar ya en la mazmorra, que baje Dios y lo vea. La debilidad de este Gobierno y la ambigüedad de algunas leyes hacen el resto. Sánchez vende su alma a los políticos catalanes por unos meses de estancia en la Moncloa. Goloso que es el poder, sobre todo para un mediocre como él, incapaz de elaborar una tesis sin copiarla. Yo siempre detesté los movimientos populistas, como el justicialismo argentino, en el que el general Juan Domingo Perón designó sucesora a su mujer, que era una loca. Pasa en las democracias más avanzadas: a Clinton casi le sucede su mujer, Hillary, aunque no creo que Melania aspire a reemplazar a su bruto. En España todo puede pasar, hasta que Begoña se postule en lugar de su marido (todavía no se le ha ocurrido). Y hasta que Torra, otro mediocre, envíe a sus huestes a destruir Cataluña, contando con la aquiescencia cómplice de un Gobierno títere, como es el de Sánchez. Torra, ya lo dije, es tonto del to, pero en España están saliendo del huevo demasiados tontos del to, que se agarran a las sillas como lapas. Y no, eso no.
Publicado en Diario de Avisos