jueves. 28.03.2024

No es una novedad; siempre estoy solo en casa. Bueno, solo no, porque Mini me acompaña siempre, ahora doliente de una luxación de cadera, que mejora. El veterinario me dijo: “Si fuera una perra policía tendríamos que operarla, pero si no realiza actividades similares, optaremos por un tratamiento conservador”. Y le recetó anti inflamatorios, que le han ido muy bien. Estar solo en casa te permite leer y ver televisión. Ahora leo El gaucho insufrible, de Roberto Bolaño, unos relatos divertidos e interesantes. Últimamente me recomiendan –y yo recomiendo- muy buenos libros. Un amigo que vive en Las Palmas me escribe para agradecer mis propuestas lectoras. Pues me alegro de ser útil. Estar solo en casa me permite seguir ordenando recuerdos, a los que he añadido un Dodo de barro que mi hija me ha traído de Isla Mauricio. La televisión en verano es abominable y las películas que emiten están llenas de violencia. Vi el primer capítulo de La voz más alta. La recomiendo a los periodistas, sobre todo a los que no conozcan bien el poder de la televisión en los Estados Unidos. Decían que el domingo ponían el segundo capítulo (en la plataforma Movistar), pero al menos a la hora en que escribo esto todavía no estaba en antena. Estar solo en casa un fin de semana es una delicia, sobre todo si cierro la ventana y no oigo el ruido de mi calle, que es como una caja de resonancia. Todos los borrachos del Puerto pasan por delante de mi ventana. De vez en cuando Mini se subleva y les ladra, pero no la escuchan. Estar solo en casa me ha permitido ver el partidazo de nuestra selección de baloncesto, que ha ganado el Eurobasket femenino. Y han llorado las chicas cuando sonó el himno de España. Que aprendan de ellas algunos gilipollas.

Publicado en Diario de Avisos

Solo en casa
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