1.- Mi amigo Tito Díaz, médico de Güímar, me acaba de regalar una máquina de escribir "Remington número 12", que pesa 17,5 kilos. Me he pasado el fin de semana limpiándola y lo he conseguido a medias. Esta máquina perteneció a su abuelo, que era boticario de San Lorenzo de la Parrilla, municipio de Cuenca, que hoy tiene 1.200 habitantes. Y que usó su padre, el inolvidable don Rigoberto Díaz , también médico de Güímar, paz descanse, y académico de Medicina. La máquina está fabricada en Ilion, estado de Nueva York, y para mí es una joya. Tengo varias máquinas; he venido cargando con una desde Argentina, portátil, preciosa, marca "Corona", que me compré por dos duros en uno de esos viejos depósitos del barrio bonaerense de San Telmo, destartalado y hermoso. Hace años de eso. Ya les he contado que conservo la "Underwood" con la que aprendí a escribir, regalo de don Jacobo Ahlers , cónsul que fue de Alemania, a mi abuelo, que fue su apoderado general. Esa "Underwood" se la tengo que llevar a un señor que se ofreció a reparármela, pero que lamentablemente perdí su teléfono y no he podido ponerme en contacto con él. Espero que me envíe de nuevo su número para llevársela.
2.- Algo de complejo de Diógenes tenemos Rigoberto Díaz junior y yo; nos gusta todo lo viejo y almacenamos docenas de objetos inútiles que también significan nuestro paso por la vida. El coleccionismo de objetos de valor es para la gente que tiene mucho dinero; a mí me gusta guardar tranvías de madera, coches de verga, réplicas de automóviles famosos, sellos de correos, libros antiguos. ¿Para qué? No lo sé. Como tengo una obsesión enfermiza por el orden disfruto poniéndolo todo en perfecto estado de revista. Y así se me pasa el tiempo más deprisa.
2.- Cuántos folios, cuántas fórmulas magistrales, cuántas cartas de amor de aldeanos que pedían al boticario que les redactara sus misivas. Esta "Remington número 12", fabricada en 1925, tiene que guardar entre su rodillo de pasta miles de vivencias, que quizá hayan desaparecido entre el polvo que le quité, en un fin de semana laborioso. Hasta mi santa me reprendió por haber usado el paño de limpiar la plata, aunque no sé qué plata porque aquí nadie la ha visto. En fin, feliz por haber rescatado la vieja máquina del boticario de Cuenca, es decir, una parte de su rebotica.
achaves@radioranilla.com