1.- No debería Rajoy suprimir los puentes; porque al personal le interesa mucho menos la Constitución que el cachondeo; así que los puentes, como el de este próximo jueves hasta el domingo, son una especie de liberación: no viene el cartero, no te llama el banco, los jueces se van a ver a mamá a la península, la Caja te carga el lunes el recibo pendiente; y esas cosas. El otro día fui a CajaCanarias a ingresar 200 euros en una cuenta, en efectivo, y me cobraron dos euros por el trámite. Iba a sacar al tipo por la ventanilla y por las solapas de su camisa, del cabreo que agarré, pero me contuve, porque bastante fama tiene uno de follonero para seguir ejerciendo, después de jubileta. ¿Cómo van a cobrar dos euros por un ingreso en efectivo? La respuesta que te dan es que uses los cajeros, pero cuando pregunté que dónde estaba el cajero, me dijeron: "No, en esta oficina no hay dispositivo de ingreso; tiene usted que ir a la calle Zamora" . Pues váyase usted a tomar por saco, entonces. Es increíble la falta de respeto por el ciudadano y por el atribulado cliente. Además, al banco no le gusta que pagues los recibos en sus oficinas porque te dicen que sólo puedes hacerlo hasta las diez y media de la mañana; es decir, a su comodidad. El otro día lo comenté aquí: vayan a las oficinas de correos, en donde son más atentos los empleados; y no como esos bancarios, muchos de ellos amargados porque los van a largar a la calle, pero no les dicen ni cuándo ni a qué precio, y andan con el alma en vilo y con una depresión rampante. Yo hasta comprendo su mala leche, pero, hombre, que no la emprendan con el cliente, sino con su empresa. A mí debe ser que se me ven cara de jubileta perverso porque me hacen guardar cola -cosa que odio- y se me pone, esperando, cara de viejo carrucho. Y entonces siento las miradas de burla del sector laboral actuante clavadas en mi espalda, como dardos. El jubileta no puede disimular que lo es y aunque tú vayas correctamente vestido, los que te miran ven las zapatillas de cuadritos, el chándal horroroso y la cara implorante, todo ello incompatible con la dignidad. Hay que reforzar esas asociaciones de jubiletas. Que nos devuelvan la moral a los que tenemos un pie en el otro barrio, coño.
2.- Bueno, pero les hablaba de los puentes, que Rajoy se quiere cargar. Pues no estoy de acuerdo porque yo en los puentes lo paso maravillosamente bien, haciendo justamente lo que hago todos los días. A la gente se le ve más alegre en estas jornadas del nada que hacer y pasea por Alcampo y por La Villa, pero sin comprar sino arrastrando la suegra y el niño -que también son gente, claro- y formando una marea humana enorme. Una vez me metí con las suegras de Titsa, que viajan gratis en la guagua, por convenio, y cuatro o cinco sindicalistas me pusieron a parir y hasta me amenazaron por e-mail, que es una forma muy socorrida de meterle a uno el miedo en el cuerpo. Yo quería hacer un elogio de las suegras que viajan de baracalofi, pero me interpretaron mal y se tomaron el asunto a la tremenda. Es que a veces no me sé explicar. A lo mejor, cuatro enterados van a decir mañana que yo estoy equiparando el amable arrastre de suegras por Alcampo con el arrastre de ganado de José C. Marrero y nada más lejos de mi ánimo. Dios me libre.
3.- Termino esta miscelánea de martes con la volada del papa Ratzinger de condenar al ostracismo al buey y a la vaca del portal de belén. ¿Cómo se le ha ocurrido esto al pontífice? ¿Y qué haremos con tanta vaca y con tanto buey en paro? ¿Dónde los vamos a meter? Menos mal que el papa no ha arremetido contra el caganet, esa figura que mi padre siempre ponía en el Belén, discretamente, detrás de un árbol, y que representaba a un hombre haciendo sus necesidades mayores mientras fumaba en pipa. Hay cosas que yo no comprendo y es el empeño de alterar las tradiciones. Lo que ha hecho Ratzinger, ya sé que sin querer, es dividir a las familias, porque a ver cómo le cuentan los padres a sus niños que un señor de blanco, que vive en Roma y chochea, ha ordenado retirar las vacas, los bueyes y hasta los burros del nacimiento. Joder, qué ganas de complicarse la vida, con lo bien que quedaban. A ver si ahora que los reyes magos eran andaluces -que lo ha dicho Ratzinger también- resulta que no viajaban en camellos, porque en Andalucía no había dromedarios, sino en caballos cartujanos y calzaban botas camperas y taleguilla y olé. Estas cosas medítenlas ustedes bien en el puente que viene, el de la Constitución o de la Inmaculada, que ya ni sé. Por cierto, que yo la última vez que vi a un papa en vivo fue un día de la Inmaculada, en la plaza de España de Roma. Era Juan Pablo II , hombre bueno que no se metió con las vacas, los bueyes y los burros. Con el calorcito que dan. Y que tampoco cuestionó la procedencia de los reyes magos, dejando su residencia en un lejano Oriente y no en una igualmente lejana Andalucía. ¿Habrá disparado -como dicen en La Palma- también el bueno del papa?
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