miércoles. 07.05.2025

1.- Nunca ha sido ponderada como se merece la figura del culichichi, individuo omnipresente y correveidile, correa de transmisión social de chismes y rumores, aduloncillo de playa y elemento insignificante, pero sin embargo muy significado, en ámbitos sobre todo urbanos. No seré yo, Dios me libre, quien ose poner aquí ejemplos palmarios de culichichis ilustres, pero seguro que ustedes, desocupados e inteligentes lectores, estarán pensando ya en alguno de ellos. La mejor definición del culichichi la dio el ilustre letrado Ángel Isidro Guimerá , una vez, en la radio. Y lo hizo, precisamente huyendo de la definición. A la pregunta de "¿quién es un cilichichi para ti?", el abogado santacrucero dijo: "No hace falta definirlo; tú los ves por la calle". Y es cierto, no hay palabras, ni ideas, para construir un relato corto definiendo al culichichi. Tú los ves por la calle, y usted también, amable lector de esta croniquilla, haciendo su labor de susurro. El culichichi habla bajito y sabe de todo y lleva y trae y malmete y acarrea cuentos y sigilos, transportándolos con un entusiasmo sin límites de un sitio a otro.

2.- El culichichi es adulón por naturaleza. Uno de los más excelsos y lo voy a nombrar, paz descanse, era Domingo de Laguna , conocido periodista. Lo era y se burlaba de ellos porque tenía una gran vis irónica y cínica. Domingo, sin saberlo, porque no leyó nunca filosofía, ni nada, era discípulo de Diógenes Cínico , lo mismo que don Luis Membiela de Vidal , paz descanse también, que era director de la Hoja del Lunes y presidente de la Asociación de la Prensa. Cuando los empleados de La Hoja le pedían aumento de sueldo, don Luis convocaba una reunión y se presentaba en ella con la camisa azul de Falange, los correajes, las cartucheras y el pistolón de reglamento. Ahí moría la petición de los trabajadores. Una vez, Domingo de Laguna, para que le pusieran un aprobado en la Escuela de Periodismo, entrevistó a don Pío Baroja , al que puso tan de los nervios que acabó echándolo a patadas de su casa. Pero se metió tanto en su vida que terminó amortajándolo, según contaba el propio Domingo.

3.- Hay notorios ejemplos de culichichis en esta tierra nuestra. Pero, claro, si nombro a los vivos se molestan ellos y me vuelven la cara cuando me ven; y si nombro a los muertos, sus familiares me telefonean, airados, y tampoco me saludan por la calle. Se trata de otro de los dramas del cronista de provincias: esto es muy chico. Así que ustedes se quedarán con las ganas de que yo inventaríe a los culichichis; sí les comentaré que son legión.

achaves@radioranilla.com

Otra vez el culichichi
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